Capítulo 32

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El atardecer es mi momento favorito del día: es cuando el cielo comienza a cambiar sutilmente de color, convirtiéndose en la cosa más hermosa del mundo

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El atardecer es mi momento favorito del día: es cuando el cielo comienza a cambiar sutilmente de color, convirtiéndose en la cosa más hermosa del mundo.

Excepto ahora.

Este atardecer, en este mundo que me rodea, está desordenado en una miríada de tonos de siniestra agonía.

El chico en esta cama de hospital no es mi novio. No puede serlo.

El brillo de la habitación me hace arder los ojos. Hay cosas conectadas a la persona en la cama, la persona que no es mi novio, que nunca vi en mi vida. Ni siquiera en las películas. Cosas espeluznantes e inquietantes: tubos y cables. Cosas que adjuntarías a una entidad mecánica, un robot, un experimento. No a un ser humano. Hay demasiados monitores y luces brillantes.

Pongo una mano alrededor de mi boca para que mis gritos no salgan a la superficie. Para que no superen los pitidos y clics que se han convertido en una especie de música de fondo. No puedo dejar de mirar las líneas rojas que se arrastran por la pantalla, que me susurran incesantemente, que todavía hay esperanza.

Coma inducido, es como lo llamó el médico. Escuché fragmentos de la conversación entre la madre de Park y el doctor cuando no pude soportar estar en esta habitación un segundo más.

Insuficiencia renal, ya no toma medicamentos, fuera de la lista de donantes.

Hace un día, besé al chico que amaba menos veces de las que quise. Hace veinticuatro horas, compartí un desayuno soleado con risas y muffins. Café y labios que sabían a dulce de leche.

Todo eso se ha ido ahora, cada precioso segundo robado. Poof.

Maureen agarra mis dedos con tanta fuerza que podrían partirse. No me importa. Ella puede romperme todos los huesos si quiere.

Simón, Tyler y Ethan también están aquí.

Todos pueden contribuir: poner un martillo en mi cráneo y decorar el linóleo de este maldito corredor con mi cerebro. El dolor se sentiría bien porque hay tsunamis de cosas dentro de mí que no quiero entender.

La madre de Park está dentro de su habitación ahora. Mis piernas se sienten como cemento. No puedo moverme, no quiero volver ahí adentro, así que miro fijamente, hacia la puerta donde está mi novio: el cuerpo en coma que dicen es mi novio.

¿Todavía estás allí, mi amor?

Trato de tragar el nudo en mi garganta. Si tan solo hubiera tardado menos en llegar a casa. Ojalá no hubiera charlado tanto tiempo con Maureen. Si tan solo no hubiera permitido que Park me convenciera de ir a esa maldita fiesta sin él.

Esto no puede estar pasando.

No puedo recordar lo último que le dije.

Esto no puede estar pasando.

Creo que mi pecho se está hundiendo.

—Esto es surrealista —solloza Maureen —. Quiero decir, no puedo creer que esto esté sucediendo.

—Idem —le contesto con una risotada idiota.

Ella me mira con ojos como plato, tan desorbitados como deben estar los míos.

—¿Cómo puedes bromear en este momento?

—No estoy bromeando —respondo —. Yo tampoco puedo creer que esto esté pasando. Estoy tan jodidamente en shock que ya ni siquiera puedo sentir nada. Mira — Levanto la manga de su sudadera con capucha negra, la que estaba usando cuando me desperté en las orillas de la playa de Rockaway, y pellizco mi brazo con todas mis fuerzas tanto como puedo antes de que ella aplaste mi dedo con mano temblorosa.

—¡Por Dios, Noah! No hagas eso, por favor.

—No lo sentí —Mi voz se quiebra y aprieto mis labios.

Ambos miramos mi antebrazo morado y ella se limpia la cara mojada.

Entonces me golpea, fuerte: que el chico de esa habitación es Park. Que estoy sentado aquí preguntándome cuándo se detendrán esos pitidos y clics porque necesitaba un trasplante de riñón y que ahora está fuera de la lista de donantes debido a que dejó de tomar su medicación durante más de tres meses.

Antihipertensivos, tabletas para la presión arterial, esos eran los que estaban en el piso de nuestro baño. Él dejó de tomarlos por mi culpa. No quería que me enterara de que estaba enfermo.

Le había mentido a su madre acerca de tomar sus medicamentos y también sobre las inyecciones de EPO que tenía recetadas. También las había detenido. Sigo recordando cómo se estremeció. Recuerdo cuántas veces antes de mudarnos juntos, él había respondido mensajes de texto de su madre. Me había dicho la verdad sobre eso. Ella estaba constantemente cuidándolo, pensando que él estaba siendo responsable, creyendo que todo estaba bien.

Mi pecho está agitado, me doy cuenta de que los ojos de todos están puestos en mí. Entonces caigo en la cuenta de que he estado llorando delante de todos: grandes olas que brotan y me lastiman las costillas y me queman los ojos.

—Noah, hermano. Estamos aquí para ti —murmura Tyler.

Debería reaccionar de cierta manera.

Todos mis amigos se esfuerzan por mantenerme a flote: quieren evitar que me hunda.

¿Qué irónico, no? Porque el único que podía salvarme, que lo había hecho antes, yace inconsciente en una cama de hospital impersonal, detrás de la misma puerta cerrada que he estado mirando durante horas.

Corro por el pasillo para alejarme de ellos. Todos ellos, incluso de Savy, que ha llegado.

En una esquina, encuentro una especie de nicho entre carros altos llenos de tubos de plástico y suministros, como hisopos de gasa y jarras de líquidos extraños. Me aprieto entre dos de los carros y sollozo.

Al principio, me da vergüenza, pero después de un tiempo, me doy cuenta de que si alguien pasa, como una enfermera o un médico, no les sorprendería demasiado. Los hospitales están llenos hasta las branquias de gente llorosa y destrozada. Soy uno de ellos ahora. No soy diferente.

No puedo sentir mi cuerpo.

No puedo sentir mi corazón.

Estoy saliendo de mí mismo: un átomo que se parte.

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Lo estoy susurrando una y otra vez, aunque sé muy bien que está sucediendo.

Verdadera, definitiva y terriblemente.

Al final del pasillo, mi hermana Savy es una visión acuosa en cámara lenta que se mueve hacia mí con determinación. Su cabello rubio está iluminado desde atrás por las luces fluorescentes del techo.

Ella viene por mí y yo estoy congelado en el lugar.

Estoy de vuelta en mi frasco de vidrio contaminado, viendo todo en mute.





Estoy de vuelta en mi frasco de vidrio contaminado, viendo todo en mute

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Dueles Tan Bien (ChicoxChico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora