Solía pensar que todos mis amigos exageraban cuando hablaban de lo que se sentía besar a alguien por primera vez. Es más, estaba convencido de que el concepto del primer beso era totalmente sobrevalorado.
Recuerdo sentarme con ellos luego del instituto, fumando a escondidas en el paredón que da al parque, escuchando cómo se habían besado con chicas y cuán increíble había sido la experiencia. Hablaban de lenguas, labios y estremecimientos, de ganas de seguir besando y con suerte tocando todo lo que pudieran tocar si ellas se los permitían. Gesticulaban y reían, aullaban más bien, y yo... yo me quedaba como pasmado, tratando de esconder mi ceño fruncido que regalaba a quien me observara un por-dios-que-sarta-de-taradeces.
Mariposas en el estómago. Sí, claro.
Una especie de debilidad en las rodillas. ¿Qué les pasaba? ¿Acaso besar te envejecía prematuramente?
¡No puedo creer la mierda que estoy escuchando! Eso es lo que quería gritarles a todo pulmón, mientras aletargado, recordaba mi primer beso.
Sucedió en la mitad del cumpleaños número doce de mi amigo Ethan, en frente de todos, mientras jugábamos al famoso juego de la botella. Sentados en círculo, intercalados chicas con chicos, nos turnábamos para girarla, y a quienes apuntara, les tocaba besarse.
Luego de que Tyler se besara con Amanda, algo realmente gráfico e incómodo de ver, entre risitas nerviosas y miradas expectantes le toco el turno a Maureen Adams. Ella era una estudiante de intercambio, realmente hermosa, con su largo pelo castaño rojizo y unos ojos almendrados que brillaban con picardía. Estiro su mano, haciendo sonar una docena de brazaletes de colores, mientras con determinación le daba un giro a la botella que no tardaría en apuntarnos a ambos.
Juro que cuando la maldita cosa dejó de girar y señaló en nuestro camino, me quedé allí, durante diez segundos, presionando mis labios contra los de ella, sin sentir nada en particular.
Fuegos artificiales, ¿dónde estaban?
¿Y las famosas mariposas? Nunca se dignaron en aparecer.
Genial.
Para mi sorpresa, Maureen quiso profundizar el beso, su boca sabía a batido de fresa.
Cuando los segundos se terminaron, observé la codicia en los ojos de mis compañeros: todos la querían besar, era la nueva novelería de la clase. Me hacían caras, silenciosas preguntas, querían saber si había sido increíble, tal y como debería serlo. Les d lo que ellos buscaban: un imperceptible movimiento de mi cabeza, que fue precedido de silbidos y cuchicheos.
Mis ojos se hundieron en los de ella, con sus mejillas sonrosadas, y su mirada soñadora, y la culpa de haber sido el afortunado bastardo que le robo su primer beso sin sentir nada a cambio, me golpeo como un fierro hirviendo en el pecho.
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Dueles Tan Bien (ChicoxChico)
Genç KurguNoah Riley, de diecinueve años, se despierta desorientado, empapado hasta los huesos y solo en las costas de Rockaway Beach, Brooklyn. Después de una petaca de licor Jägermeister, bastante autodesprecio, y muchas malas decisiones borrachas, no tiene...