Noah: Hola, doc. Necesito una sesión extra. ¿Será posible?
Elena: Hola, Noah. Un paciente acaba de cancelar. ¿Podrás venir 9:30?
Noah: Perfecto. En camino. Gracias, Elena. Gracias de verdad.
Elena: Conduce con cuidado.
Dejo el celular sobre la mesa de luz intentando moverme lo menos posible, no quiero despertarlo. Park duerme profundamente, con una de sus piernas enredadas en las sábanas. Mi corazón se entibia de solo mirarlo: aquí, a mi lado. Aún no puedo creer que sea mi novio.
Su respiración es tranquila, sus rulos están despeinados sobre la funda roja de la almohada y la punta de su nariz puntiaguda está un poco arrugada. Lo observo impunemente, me pregunto con qué estará soñando... o quién.
Un suspiro se cuela sin permiso fuera de mi pecho. No pude contenerlo... Ya no puedo controlarme a su lado, estas emociones compartidas, estos momentos juntos ya son demasiado enormes para tenerlos guardados todo el maldito tiempo.
Ojalá pudiera coleccionarlos todos. Construir un cajón dentro de las curvas de mis costillas y llenarlo con todos estos recuerdos. Tal vez uno no sería suficiente. No, claro que no lo sería, porque cada segundo que paso con este chico mío vale un millón de recuerdos.
Uno de mis favoritos fue el momento que compartimos en las dunas de la playa de Rockaway, cuando finalmente llegó a la fogata. La confianza tácita en su mirada y la dulce rendición que vino después. Todavía siento la lluvia envolviendo nuestro estrecho abrazo; las gotas que no quisieron dejar de ser testigos de esta historia que cada día crece más.
Otro es cuando tocó mi mano por primera vez, estábamos en su auto, con la puesta de sol arrojando un suave resplandor sobre las olas del mismo océano del que me había rescatado. Ningún hombre me había abrazado antes, y me encontré deseando que este hermoso chico presionara sus labios contra los míos. Cuando le dije que me sentía como un eco, respondió que aunque me convirtiera en un susurro me escucharía, alto y claro.
Todas nuestras charlas repiquetean en mi memoria: algunas amargas, otras dulces, algunas bajo las sábanas, otras bajo los álamos del Instituto. Nuestro universo es tan intenso, tan íntimo que si pudiera, mudaría mi piel por él, me arrancaría el corazón del pecho, y se lo daría entero. Creepy, ¿verdad? Supongo que soy una especie de rareza caminante, alguien que ya no le importa lo que opine el mundo. Yo soy para él.
El chico-insecto dentro de su frasco de vidrio asiente con la cabeza. Park le cae muy bien.
—Él no se asustaría —dice por lo bajo —. En lo absoluto. Es más, sostendría ese maldito órgano como si fuera la joya más cara del mundo.
Cuanto más tiempo paso con Park, más necesito que Elena me ayude a superar estos demonios internos que esperan por mí, hambrientos del dolor que la muerte de mi hermano me causa a diario.
ESTÁS LEYENDO
Dueles Tan Bien (ChicoxChico)
Teen FictionNoah Riley, de diecinueve años, se despierta desorientado, empapado hasta los huesos y solo en las costas de Rockaway Beach, Brooklyn. Después de una petaca de licor Jägermeister, bastante autodesprecio, y muchas malas decisiones borrachas, no tiene...