Noah Riley, de diecinueve años, se despierta desorientado, empapado hasta los huesos y solo en las costas de Rockaway Beach, Brooklyn.
Después de una petaca de licor Jägermeister, bastante autodesprecio, y muchas malas decisiones borrachas, no tiene...
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Lo que más amo de cursar mi maestría en Pratt, es el plan de estudio que ofrece: amplio y riguroso. Honestamente, cada materia nos lleva al límite de nuestra capacidad y desarrollo individual, ayudándonos a crecer como artistas. Nuestros profesores nos guían con mano dura, cosa que agradezco, ya que me mantiene enfocado en mi meta de terminar mi carrera. El programa de tres años culmina con una tesis escrita y una exposición individual que me lanzará al mundo del arte como profesional.
La clase de hoy es una sorpresa desde el momento en que piso el estudio: está repleto de rostros desconocidos. Un sinnúmero de alumnos están reunidos alrededor del profesor Milton, y otro docente que no había visto antes.
Me quedo allí confundido, dejando que el murmullo intermitente acompase los latidos ansiosos de mi corazón. Nunca fui fan de las multitudes, y si bien estoy acostumbrado al bullicio permanente del instituto, algo en este gentío me pone los nervios de punta.
—Hermano, ¿dónde diablos has estado metido? —Ethan, uno de mis amigos más cercanos emerge de la nada, saludándome con una mano levantada mientras se abre camino hacia donde sigo parado. Se acerca a mí con una sonrisa de oreja a oreja, pero sus ojos me hacen un montón de preguntas sobre mi desaparición de la faz de la tierra: preguntas que ni siquiera yo puedo contestarme.
—¿Todo bien? —Le doy una palmada en la espalda, y recibo un empujón a cambio. Nos medimos el uno al otro: su curiosidad aumentada claramente por mi silencio y reticencia a contestar. Nos quedamos sin saber que más decirnos, hasta que la incomodidad me lleva a esquivar esta bala pretendiendo estar confundido con lo que nos rodea.
—¿De qué va todo esto? ¿Tienes idea? —Ethan frunce sus pobladas cejas rojizas, y se rasca su cabello desordenando sus rizos igualmente colorados.
—Ni media, pero por el aspecto de nuestro profesor, parece ser un gran problema. Mira nada más como aprieta los labios haciendo sobresalir ese bigote ridículo que tiene —Me mira con complicidad, siempre fuimos compinches de todo tipo de locuras.
Segundos más tarde explotamos en carcajadas y recuerdo porque disfruto tanto de su amistad. Ethan es del tipo de persona que le encuentra el lado gracioso a todo, su pecoso rostro se transforma con cada comentario jocoso, y es imposible no seguirle el juego.
—Entonces... ¿Dónde has estado? También tenías a Tyler y a Simón preocupados.
—Vamos, no es para tanto —Me encojo de hombros tratando de restarle importancia, algo que jamás hice antes. Mierda. Apesto a evasivas mediocres. Él lo sabe y yo lo sé.
—Noah, vamos... No me vas a negar que todo es muy raro. Quiero decir, después de tu mensaje de texto, asumimos que estabas en camino a "The Spot" como de costumbre. Aparte habíamos quedado de reunirnos en ese pub para tomarnos unas buenas cervezas heladas —Es implacable, tal y como lo sería cualquier buen amigo si hubieras prometido estar en algún lugar a una hora determinada y al final nunca te hubieras presentado.
