Rockaway Beach, Nueva York (3 am)El empuje del océano llega sin aviso previo: me toma por sorpresa, dejándome saber que soy un idiota.
¿Nunca se han detenido un segundo a cuestionarse la raíz de todas las cosas que les suceden en la vida? Yo sí. Constantemente. He pasado noches en vela, mirando las volutas de mi Marlboro bailar frente a mis ojos, mientras mi mente, como un carrusel desenfrenado, gira en torno a todas las palabras que dije, que guardé, o que perdí en el camino.
Suspiraría, pero resulta que me estoy hundiendo. Patético ¿no? Y yo que juraba ser un excelente nadador... Cada ola que coquetea con mi cuerpo cansado me dice: Sí, claro. Miéntete todo lo que gustes mientras yo hago lo que se me canta la gana contigo.
Lo que comenzó como un capricho, una especie de auto-desafío, se está convirtiendo en mi última decisión equivocada, y créanme cuando les cuento que de esas tengo muchas.
Mierda. Me estoy ahogando no hay duda alguna. Esta vastedad oscura me arrastra sin misericordia. El fuego llena mis pulmones como si el propio Poseidón me pateara la espalda.
Este océano endiablado es reacio a aceptar más de mis estupideces, por lo que continúa metiéndose dentro de mi boca, mis orificios nasales y cada condenado poro de mi piel. Invade cada célula con dolorosa rapidez.
Maldita sea. No debería haber fumado ese porro...
Estoy tan drogado que el fondo del mar parece cobrar vida. Hay criaturas aquí dentro que están esperando que pierda la conciencia. Anhelan alimentarse de los restos de mi tristeza, que es tan pesada que no me deja flotar como de costumbre...Tampoco debería estar borracho, pero lo estoy. Una parte de mí sabe que no es posible que mi estómago este lleno de restos de plantas acuáticas y contaminación, pero esta inminente pesadez no está de acuerdo: después de todo soy una madeja de escombros. Un desastre agonizante.
¿Me importa lo que está a punto de suceder? Poco.
¿Alguien me extrañará? Lo dudo. O mejor dicho, sé quien definitivamente no lo hará: Candace.
Intenté que funcionara con ella, lo juro. Fallé una y otra vez. Ella es demasiado para mí... Tan jodidamente engreída. Incluso en nuestro mejor momento, cuando parecía que nuestras manos estaban pegadas al cuerpo del otro, parte de mí gritaba que nada de lo que vivía a su lado tenía sentido.
Joder. Está comenzando a doler demasiado; mis ojos arden como el infierno, rebelándose contra la salinidad.
¿Es así como se siente morir? ¿Que estás solo y asustado, en los brazos de una corriente oscura que se niega a aflojar su tétrico abrazo? ¿Que te das cuenta de que nada de esto era lo que querías, mientras tu último aliento sale volando de tu pecho agitado y burbujea en un mundo que ya no te pertenece?
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Dueles Tan Bien (ChicoxChico)
Teen FictionNoah Riley, de diecinueve años, se despierta desorientado, empapado hasta los huesos y solo en las costas de Rockaway Beach, Brooklyn. Después de una petaca de licor Jägermeister, bastante autodesprecio, y muchas malas decisiones borrachas, no tiene...