—De todas las estrellas en el cielo esta noche, ¿cuál crees que está más celosa de lo mucho que nos queremos, bebé? —murmura en mi oído, su barba apenas crecida cosquilleando mi mejilla.Dios, como amo cuando te pones cursi. A decir verdad, como me calientas cuando te pones cursi y encima sin afeitar...
Esta es exactamente la dosis correcta de Park que todo mi cuerpo necesita. Ambos estamos sentados en una duna, a centímetros de distancia, la punta de nuestros dedos rozando uno contra el otro. Me inclino y descanso mi cabeza en su hombro derecho y me dejo llevar por sus palabras. Todas las toxinas ansiosas se desintegraron por la cadencia de su voz.
—Perdón, bebé —La brisa se apodera de mis palabras que salen a modo de murmullo ahogado.
Con la vergüenza supurando de mí, trago saliva y continúo.
—Todavía no puedo creer que tuviste que presenciar la escenita de Candace —La vergüenza me atraviesa. Lo menos que quería era que me viera besándola. Espero que pueda entender que no estaba reciprocando, sino retrocediendo de ella.
—¿Quieres hablarlo, Noah? —Su tono cauteloso me sorprende, así que me giro y lo miro. Lo que encuentro corriendo más allá de su mirada me rompe el alma en un millón de astillas.
Por primera vez, veo una pizca de tristeza manchando sus ojos estrellados. No puedo soportarlo. Es el mismo sentimiento que tengo cuando estoy frente a mi lienzo, y todo lo que puedo pintar es mi dolor. Espantoso. Lo último que quiero es lastimarlo; no podría vivir conmigo mismo si lo hiciera.
Mis latidos son rápidos, sus ecos reverberan en mis oídos, chocan contra mi pecho tenso por los eventos de esta noche.
Pienso en mi corazón y en su corazón: cómo late rápido cuando lo abrazo, cómo suena fuerte luego de hacer el amor por lo exhaustos que quedamos. O cómo yo no elijo mi propio ritmo, él lo hace.
Lo miro de soslayo. Está esperando que yo decida si quiero hablar sobre cuán complicada fue esta situación de Candace. Su dolor está justo ahí, cada vez más amplio. Debe tener un millón de preguntas sobre ella y por qué creyó que tenía derecho a acercarse a mí de esa manera. Quizás Park imagina que le di lugar a hacer lo que hizo. No lo hice Todo lo que quiero es explicar que no lo hice.
Pongo una mano sobre mi pecho. Ahí está, mi corazón cobarde, escondido detrás de las curvas de mis costillas. Saltándose latidos, esperando los de Park para formar una melodía juntos.
—Yo necesito que sepas que no quise que eso sucediera, nunca te haría algo así.
¿Por qué es tan jodidamente difícil de explicar?
Mis ojos se llenan de lágrimas y no puedo evitarlo: caen como gotas de lluvia sobre la arena. Con la cabeza baja, no parpadeo, así que simplemente se juntan, se desbordan y aterrizan formando pequeñas hendiduras en la arena blanda.
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Dueles Tan Bien (ChicoxChico)
Teen FictionNoah Riley, de diecinueve años, se despierta desorientado, empapado hasta los huesos y solo en las costas de Rockaway Beach, Brooklyn. Después de una petaca de licor Jägermeister, bastante autodesprecio, y muchas malas decisiones borrachas, no tiene...