Narra Pelle
Desperté en un lugar que no conozco, ni siquiera sé si es de día o si ya anochecía, no hay ventana alguna ¿En dónde estoy? ¿Cómo fue que llegué aquí? Me di cuenta que mis manos estaban atadas hacia atrás ¡¿Pero qué demonios está pasando?! Comencé a gritar pidiendo ayuda pero nadie parecía escucharme. Estoy asustado, quiero irme a casa con los chicos. Mis nervios se alteraron aún más cuando escuché pasos, alguien se acercaba hacia el cuarto en el que estoy metido.
Intenté safar mis muñecas de aquella cuerda con la que estaban atadas pero me fue imposible, la puerta se abrió, no podía creerlo, no puede ser él, esto tiene que ser una pesadilla.
Thomas: Hola mi amor, finalmente despiertas
No respondí, sólo le miré con asco y odio, lo que pareció molestar al tipo.
Thomas: No te educaron, ¿Verdad?... Dije ¡Hola mi amor! -gritó-
Pelle: No soy tu amor, así que no me llames de ese modo
Thomas: Te dije que nos volveríamos a ver, y aquí estás
Pelle: ¿Qué demonios quieres? Te daré lo que quieras, pero déjame ir
Thomas: Lo que quiero ya lo tengo -tocó la pierna del rubio lujuriosamente- Ahora me perteneces
Pelle: ¡Maldito enfermo, no me toques! -gritó-
Thomas: ¡No me vas a decir lo que tengo que hacer! -golpeó a Pelle en el rostro- Escucha bien, muñequito -lo tomó bruscamente del cabello- A partir de hoy, te vas olvidando de tu familia y amigos, porque no los volverás a ver. Te quedarás conmigo lo que te reste de vida
Pelle: ¡NOOO! -gritó y las lágrimas brotaron de sus ojos- Prefiero mil veces morir a estar contigo, ¡Me das asco, te odio!
Thomas: Intenté hacer las cosas bien pero no funciona, así que será por las malas -se acercó a Pelle y lo besó a la fuerza-
Era tanto el asco que Pelle sentía que no perdió la oportunidad de morder a su verdugo hasta sangrarle el labio.
Pelle: ¡Te dije que no te me acercaras!
Thomas: ¡Infeliz! ¿Cómo te atreves?
Pelle: ¡Aléjate de mí!
Thomas: Tonto -rió macabramente- Se te olvida una cosa... Quien está con las manos atadas, eres tú -volteó a Pelle y se quitó el cinturón- Ahora vas a saber lo que es un hombre de verdad
Al escuchar eso, el rubio se paralizó de terror por un momento, reaccionó al sentir las manos de Thomas tocando sus glúteos.
Pelle: ¡Suéltame bastardo! -gritaba y lloraba- ¡No me toques! ¡Déjame ir!
La puerta fue golpeada desde afuera interrumpiendo las perversas acciones de Thomas.
Ted: Thomas ¿Qué demonios estás haciendo?
Thomas: Me divertía un rato
Ted: Pues te diviertes después, debemos irnos
Thomas: ¡Maldita sea! -susurró- Voy en un segundo -tomó un rollo de cinta y le selló la boca al rubio- Lo siento amorcito, debo hacerlo o pueden descubrirnos, y yo no quiero que te encuentren y te separen de mí
Pelle lloraba de impotencia y coraje, realmente sentía asco hacia su captor.
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