See you later, boy.- Choi BeomGyu y tú.

34.

Un año había pasado desde que no había pisado mi tierra. Había comenzado mi segundo curso en Seattle con la misma compañía e incluso extendida. Seguía manteniendo el contacto con Huening Kai, pero ahora no preguntaba únicamente por él y por SooBin, ahora BeomGyu también me inquietaba desde aquella charla que tuvimos antes de que cada uno volviera a su hogar...

—Hay algo que debes saber antes de que no nos volvamos a ver en un tiempo, creo que es algo interesante.—Habló Kai.
—¿Qué pasa Kai?—Pregunté intrigada.
—Es sobre BeomGyu... no lo dije antes porque estaban todos delante y sobre todo... Jay, pero hay un rumor de que BeomGyu ha dejado las carreras definitivamente porque no ha logrado superar el hecho de que te fueras...

Yo solté una carcajada incrédula, si no le importé teniéndome allí, qué le hace pensar que de verdad voy a creer que me extrañe estando lejos de él. Kai siguió con la mirada seria posada en mi, se le veía realmente metido en el tema.

—BeomGyu ha caído en las drogas, no sé qué más habrá sido de él, pero la última vez fue así...

Entonces un "click" hizo en mi cabeza. ¿Acaso era verdad todo ese cuento que me estaba contando? Por un momento mi corazón se encogió... ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

Pronto noté unos brazos detrás mía al salir de mi última clase de aquel día antes del almuerzo. Supe quien era rápidamente por el característico aroma Dior y solté una risita divertida girándome a verle siendo recibida con un pequeño beso en los labios.

—Te veo en el almuerzo, pequeña psicóloga.
—Está bien diseñador de moda feo.

Se separó de mi lentamente y se despidió con la mano mientras yo me dirigía a la biblioteca para aprovechar la hora libre antes de ir a comer con los del club. Iba revisando mis redes sociales como era costumbre. Veía las historias de Huening Kai con SooBin por las tardes o en clases y a veces las de YeonJun que solía subir con su moto. 

Pero ese día algo más llamó mi atención y es que BeomGyu no había subido video, sino una fotografía de un tatuaje en la nuca la cual era tapada por el cabello del chico si este se lo dejaba suelto. Temía que fuera una despedida del canal, o mucho peor, cualquier otra clase de despedida pero entonces comencé a leer. 

"Querida mariposa,

Saliste volando de tu crisálida en cuanto viste que esta no te hacía cambiar a mejor. Tú te hiciste mariposa por tu cuenta, jamás sin tomar nada de nadie. Volaste lejos, tan lejos que no recuerdas tu hogar o no quieres recordarlo. La crisálida dejó de ser carcel desde que la abandonaste, porque querida mariposa, lo hiciste por ti, y el lugar cambió. Tu aleteo por los alrededores sigue resonando por cada lugar y cada rincón de mi ser, haciéndome clamar tu nombre cuando tú hiciste tu propio hogar lejos de mí. Jamás te cuidé, supiste sobrevivir y lejos de mí ahora hallas esa paz que este caos dejaba en cada parte de tu corazón que rompí. Las disculpas no son aceptadas sino agujas que se clavan en mi garganta al no poder ser expresadas dignamente y la falta de tu calor hace que el más frio glaciar del mundo envidie lo que solía ser tu calidez en mi pecho. Jamás supiste de mí, mariposa. Jamás abrí mi propia crisálida para mostrarte mis alas por miedo a que las tuyas fueran más hermosas y me pisotearas por eso, pero te prometo aterciopeladamente, que si vuelves a tu crisálida, encontrarás de nuevo el hogar que una vez abandonaste, porque sí, mariposa, te quiero y te extraño cada día que pasa marcando en el calendario. Ahora eres feliz llenando de alegría la vida de alguien más. Todo perdió color sin tus alas. Yo me perdí sin tu sonrisa."

Atte: Choi Bobo.

Mis ojos se aguaron con rapidez sabiendo rápidamente a quién se refería hablando con aquella mariposa. Mi corazón se estrujó al ver la verdadera sensibilidad que BeomGyu escondía en aquel estereotipo de chico rudo. Leía y leía de nuevo las cosas y encontraba nuevos detalles. Él sabía lo mío con Jay, él me extrañaba, él tenía miedo de mi, él me quiere... Pero lo que se quiere no se daña, no se le arruina la vida, no se le hace eso... 

Mi mente era un revoltijo en aquel momento: mi corazón me decía que debía hablarle, decirle que todo estaba bien y que a veces también le extrañaba mientras que mi cerebro decía que había sido su culpa que yo hubiera tenido que abandonar mi hogar y mis amigos.

Quizá todo era cuestión de escuchar sus razones, quizá todo era cuestión de seguir adelante como si no hubiera leído nada. Sin embargo, sin importar cuestiones, aquel mensaje había calmado mi corazón tras un largo año de incertidumbre. Él necesitaba soltarlo y yo necesitaba oírlo.