Choi BeomGyu, ¿qué decir de Choi BeomGyu que no sepamos ya? El arriesgado motorista maleante, alcohólico, celoso, peligroso y lujurioso... Pero, ¿hay algo más que pueda esconder el desagradable chico? Quizá lleve años pero _____, la chica que intent...
Lo había conseguido, finalmente lo había logrado: había logrado sacarme el teórico de carné. En cuanto supe aquella noticia corrí lo más rápido que pude a la universidad para mostrarle a Kai que había sido capaz de aquello, y apenas a unos meses de la graduación de _____.
Esperé dando verdaderos saltos de felicidad a que el chico saliera de su clase. Al salir se quedó atónito al verme de aquella manera tan efusiva. Corrió hasta llegar a mí y comenzó a preguntarme el porqué de mi felicidad, esperando lo que podría ser.
—¡He aprobado el teórico y comienzo con las prácticas mañana mismo! —¡BeomGyu eso es genial! Debes centrarte en aprobar este, es tu última oportunidad...
Asentí convencido en que sería capaz de lograrlo y con determinación tendí mi mano hacia Kai, estrechándola a modo de agradecimiento por la ayuda que me había brindado. Kai sonrió ladeando la cabeza y suspiró negando.
—Negro.—Dijo de la nada dejándome confuso. —¿Eh?—Pregunté curioso. —Ella... Su vestido es negro.
Supe rápidamente a qué se refería y asentí con una pequeña sonrisa tímida.
—Mi corbata será negra entonces... ¿Te ha mostrado el vestido?—Pregunté mirándole con una dulzura indescifrable. —Sí... —Suspiró de una manera un tanto trágica. —¿Cómo está? —Preciosa, BeomGyu, preciosa... Como no te haces una idea.
Algo en mi corazón me decía que él la amaba de la misma manera que yo, e incluso más dejando que un imbécil como yo sea quien gane su corazón. La amaba tanto que la dejó marchar con el chico al que ella prometió esperar e incluso le ayudó a dar aquel impulso. Kai era una gran persona aunque yo jamás quise admitirlo.
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Aquel verano había sido capaz de recuperar aquella asignatura para la que no era apta. Mi último verano como universitaria había llegado, era algo a lo que no me hacía la idea después de tantos años seguidos estudiando. Me incorporaba a la vida laboral y era algo que no digería.
Las chicas ese verano buscaron su traje de graduación con antelación para que en el caso de que no encontraran ninguno, pudieran encargarlo a tiempo para diseñarlo. Una tarde en la que salimos únicamente YuJu, Eunha, SinB, UmJi y yo, comenzaron a mirar trajes mientras que yo solo opinaba. Realmente no sabía qué estilo quería mi traje tuviera, debía ser algo especial, algo único y definitivamente no compraría el primero que viera.
El vestido de UmJi era borgoña, con un escote rojo asimétrico bordado con pequeñas lentejuelas que la hacían brillar más de lo que ella brillaba. El vestido de SinB era turquesa, era caido y mostraba una pierna. Era únicamente de una tiranta, por lo que su hombro izquierdo quedaba al aire, dandole un estilo ligero. El vestido de EunHa era morado, era un vestido de tul. Constaba de un corsé lleno de rosas bordadas y una falda que al ser un poco más pomposa creaba aquel efecto de cintura delgada que daba tanta feminidad, definitivamente EunHa irradiaba juventud. Por último, el vestido de YuJu era verde botella, con los hombros caidos dejando gran parte de su espalda al aire. El vestido de YuJu era de terciopelo, por lo que el vestido mostraba una elegancia que iba acorde con el cuerpo de la esbelta chica. Irradiaba verdadera elegancia.
Mientras tanto yo no sentía atracción por ninguno que hubiera visto. Ninguno gritaba mi nombre, ninguno me hacía sentirme única a pesar de haber probado toda clase de tejidos y formas.
Derrotada y algo decaída por haber sido la única que no encontró un traje volví a casa. EunHa, UmJi y SinB iban comentando alegremente otros lindos vestidos que habían visto, pero definitivamente eso solo me deprimía incluso más: ¿Cómo es que ellas incluso vieron varios y yo no vi ninguno? Nos cruzamos con Jay, el cual me saludó parándose a hablar conmigo. Las chicas siguieron adelante diciendo que nos veríamos en casa a lo que únicamente yo asentí.
—¿Dónde está tu vestido? —No encontré ninguno que me gustara...
Jay abrió la boca perplejo, había millones de vestidos bonitos en mil tiendas y que ninguno hubiera llamado mi atención lo hizo encoger. Estiró su mano hasta tomar la mía, cosa que me hizo mirarle de manera confusa.
—______, déjame hacer tu vestido de graduación. Prometo que serás la chica que más brille de toda la universidad.
