Saint Seiya Chronicles

43. Destreza

—Shiryu... ¡Shiryu despierta!

Andrómeda sacudía a su compañero el cual fue recuperando la conciencia.

—¡Ugh! ¿Qué me pasó?

—Quedaste inconsciente amigo — el joven se levantó. —Me tenías preocupada, estabas tan pálido que pensé que estabas a punto de ver la muerte

—¿Shun? ¿Eres tú? De hecho... Si estuve cerca de la muerte — la azabache se sobresalto.

—¡¿En serio?!

—Si... — Dragón abrió sus ojos. —Un momento, ¿dónde están los rostros que cubrían este templo?  ¿Será que al fin descansarán en paz? — mira a su compañera. —Ya veo, este templo ha quedado completamente libre de maldad

—¡Shiryu! Acaso... — Shun se acercó a él.

Una voz se escuchó en el lugar, Shiryu pudo identificar sin problema a la persona que le hablaba.

¡Shiryu!, ¿me escuchas?

—¡Maestro Dokho! — mencionó.

No te preocupes por Shunrei, está fuera de peligro por lo tantos debes dejar de sufrir. No iba a permitir que Máscara de Muerte se saliera con la suya.

Dragón sonrió ante la notícia.

—Se lo agradezco mucho maestro — se sorprendió. —¡Puedo ver!

—Claro que sí, ¡es un milagro! — respondió Shun con tanta exaltación.

—¿Pero cómo?

—Veras, cuando expandiste tú cosmos de tal grado que pusiste igualar el poder de Mascara de Muerte pensé un momento sobre que efecto tendría eso en tu vista, tus ojos fueron dañados que era imposible que un tratamiento pudiera sanarlos. Fue por esa razón que a través de tu cosmos pudiste recuperar milagrosamente la visión .

—Si... Todo eso gracias a Shunrei. Ella fue el milagro que tanto necesitaba — Shiryu sonrió dulcemente al recordar a la chica. —Gracias Shunrei

El maestro volvió a hablar.

Deben darse prisa muchachos, el tiempo es oro. ¡Les deseo buena suerte en su travesía!

—Muchas gracias Maestro

—Me alegra que sigas con bien Shiryu — Andrómeda dijo.

—Gracias Shun. Andando, no tenemos mucho tiempo. Aún sigo preocupado por Hyoga

—Yo tambien, su cosmos ha dejado de percibirse. Espero que se encuentre bien — Shun bajo la mirada, Shiryu por su parte coloco sus manos sobre sus hombros.

—Tranquila, pronto lo volveremos a ver.

Andrómeda recuperó la confianza y asintió, ambos se dirigieron al siguiente templo donde Seiya trataba de pasar pero Aioria se impedía en su camino.

Pegaso no comprendía cómo el caballero Leo cambiara de opinión de un día a otro luego de su combate anterior, había algo que no cuadraba con él pero no era el momento de perder más tiempo.

—Por última vez Aioria ¡déjame pasar!

—No permitiré que sigas con vida, todo aquel que ose cruzar el santuario morirá — ante ello Pegaso enfureció.

—¡Como puedes ser tan hipócrita! Le juraste a Saori que lucharias junto a ella, no puedo creer que de la noche a la mañana cambies de opinión. Reacciona Aioria, el sumo sacerdote solo quiere confundirte y ponerte en contra de nosotros.

—¡No me importa! — dijo seriamente. —Sea aliado o no mi deber como caballero de Leo es exterminarte

—¡¿Cómo puedes hacernos esto?! ¡Este no es el Airoia que conozco! Las vidas de Saori y Hyoga corren peligro — al ver que no había respuesta de aparte del santo dorado Seiya entendió. —De acuerdo... Si las cosas son así entonces tendré que hacerlo a mi manera.