20. Esmeralda

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—¡Hermano!

Cuando Shun quiso acercarse a su hermano Seiya de inmediato la alejó para evitar que este le atacase.

No obstante, el santo de Fénix quedó momentáneamente paralizado tras recibir su propio ataque, en su frente se podía apreciar una cicatriz que empezaba a gotear sangre. Diversos susurros comenzaron a invadir su mente, entre ellos la agonía de una mujer y el inmenso desprecio e ira de un hombre.














Flashback de Ikki
Años atrás.

"¡Debes odiar, tienes que odiar todo lo que te rodea!, ¡TODO!

Mi maestro repetía una y otra vez esas palabras al mismo tiempo en que terminaba de darme una paliza, ese era el pan de cada día que recibía en mi entrenamiento para aspirar a ser un caballero de Athena. A pesar de todo debía soportarlo, porque le prometí a mi única familia que nos volveríamos a ver, una vez ganara la armadura del Fénix. ¡La armadura más poderosa que haya existido en el planeta!

"¡¡Levántate Ikki!!, Y usa tu odio para que puedas vencerme"

Hacía todo lo que podía, pero me resultaba muy difícil el querer cumplir con su pedido, no hallaba motivo por el cual debía mostrar odio.  Al cabo de unos segundos me encontraba recostado sobre una roca con al respiración agitada, mi boca estaba toda desangrada, tenía una que otra herida en mi cuerpo producto de las constantes golpizas que recibía.

—Has estado mucho tiempo en este lugar y aún no logras lo que te pido Ikki. ¡Me haces perder mi tiempo!

—Lo...lo siento... Maestro — me tomó bruscamente del cuello mientras me daba golpes en mi estómago.

—Deja de lado esa maldita cortesía Ikki, aquí solo debes odiar y matar a tu enemigo, el odio es fundamental para que seas un verdadero caballero. ¡Que no se te olvide NUNCA!

Dicho esto concluyó por estrellarme contra una de las rocas gigantes para luego marcharse y dejarme al borde de la muerte... u eso suponía yo.
































—Ikki... ¡Ikki! ¡Despierta por favor!

—¿Eh?... ¡Agh!, mi cabeza...

Poco a poco comenzaba a abrir mis ojos, estaba demasiado herido como para mantenerme de pie, una voz tan dulce y tranquila de una chica me llamaba.

—¡Santo cielo! ¿Te encuentras bien?

Con dificultad miré hacia arriba encontrándome esos ojos y cabello que se me hacían muy familiar.

—S... Shun... Eres... ¿Eres tú?

—¿Shun?, es  en serio me parezco tanto a tu hermana para que me llames como tal.

Reaccioné ante ello y me di cuenta que no se trataba de mi hermana, sino que de una linda muchacha llamada Esmeralda... La chica que alguna vez ame en mi vida.

—Lo siento Esmeralda... Es que la verdad... Si te pareces mucho a ella, lo único que cambia es su color de cabello pero es como si ella estuviese aquí... conmigo.

—No tengas pena Ikki, ahora no te muevas, te ayudare a curar esas heridas que mi padre te ocasionó — me sonrió y con una toalla quitaba la sangre que escurría en mi rostro.

—Gracias Esmeralda, pero me preocupa que vengas a verme, no quiero que tú padre te lastime— era lo único que podía decirle.

—No deberías preocuparte por mí, al contrario, debes preocuparte por ti mismo... Mi padre ha sido muy malo contigo, por poco y no la cuentas. Tengo miedo de que algo malo te pase estando junto a él  — respondió.

Saint Seiya ChroniclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora