—¡Ugh! ¿Porque no pueden escribir mi nombre sin vincularlo a Shakespeare? —murmuro, haciendo un puchero cuando Celeste termina de leer el artículo en el periódico escolar.
—¡Es la epítome del romance! —dice ella.
Me río, porque estoy segura de que Celeste no conoce el significado de 'epítome'
Ambas nos sentamos con las piernas cruzadas en el parqueo de la escuela. Nathan se ha retrasado nuevamente, Jules no puede venir por mí. Mamá se sigue negando a darme un auto. Percibo que en algún momento tendré que cobrar más por mis cartas, tal vez algún día puedo ahorrar lo suficiente para el hermoso Camaro de mis sueños.
—Maldita historia trágica de adolescentes hormonales. —Sigo murmurando.
—Shh, calla.
Celeste me hace callar sólo cuando hay gente cerca. Sin darle tiempo de hablar más, contemplo la llegada de Matt. Se ve... extraño, como cansado, más desgarbado de lo común.
—Hola raro. —Lo saludo—. Te ves horrible. ¿Problemas en el paraíso nerd?
Celeste me golpea, realmente duro. Y es posiblemente su golpe lo que activa la culpa en mí. Es como si un botón hubiera estado descompuesto y tuvieran que sacudirlo para que funcionara correctamente de nuevo.
Matt se ve miserable y a pesar de lo sínica que soy no tengo derecho a reprochárselo en la cara.
—Ella esta bromeando —dice Celeste rápidamente.
Asiento fervientemente y musito un: —Sí, exacto.
Matt no se defiende, sin embargo, ni siquiera nos ve a la cara.
—Julieta, tengo que hablar contigo. Le dije que Nathan que te llevaría a casa.
Sangriento infierno...
Sus palabras, la indiferencia con que las dice me pone la sangre fría. Lo primero que se me viene a la mente es que es el admirador secreto. ¿Va a decírmelo a la cara? No tiene la pinta de querer algo conmigo, pero ¿por qué otra cosa quería hablar seriamente conmigo? ¿Notó mi sonrisa al leer la nota junto a las rosas? ¿Pensó que me habían gustado y ahora va a declararse?
—Genial... —mascullo—. Es perfecto, Celeste ira con nosotros, la pobre no...
—Oh, ahí está Damon, lo siento, cambio de plantes. Nos vemos luego.
Celeste... ¿acaba de abandonarme?
La observo con la boca abierta hasta que se escurre como una zorra en el auto de Damon. Él me saluda con una mano. Ella lo hace también y me alza sus pulgares.
Matt, quien ya está dentro de su auto, me observa sin decir nada durante unos minutos. Le sonrío falsamente mientras me introduzco en el asiento a su lado y pongo mi estación de radio.
—Entonces. ¿De qué quieres hablar conmigo? —me atrevo a pregunta, diez minutos más tarde, harta de tanto silencio y muriendo de los nervios por lo que sea que tenga que decir.
Es él, es él, es él.
Tendré que rechazarlo y romper su corazón. ¿Cómo le digo que no sin lastimarlo? Voy a estropear su amistad con Nathan, porque obviamente voy a decirle que no. Oh mierda, oh mierda, oh mierda.
Mis manos se ponen frías y tiemblan. Cuanto más tiempo pasa sin que Matt hable, más nerviosa me pongo... y comienzo a notarlo.
¡Ohmierdamierdamieramierda! Matt me gusta.
No es que no lo hubiera notado antes, siempre lo he sabido. Siempre he estado consciente de eso. No hay sentimientos ocultos ni tonterías sentimentalistas. Sólo atracción física, pero, ¿a quién no le gusta Matt? Es una de esas personas agradables que te gustan a pesar de que lo odies. Es como Damon, como el chico del aro.
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Dicen que es A.M.O.R
HumorJulieta Kloss no cree en el amor... O eso es lo que ella dice. En el Instituto San Javier tiene una identidad secreta conocida como La Vendedora de Romances, una traficante de cartas. Aunque solo dos personas conocen la verdadera identidad de La Ven...