Después.

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Me despierto con alguien gritando cerca de mi odio.

—¡LA BODA ES EN DOS HORAS! ¡LA BODA ES EN DOS HORAS!

Lo primero que noto es que me duele mucho el cuello, pero cuando intento incorporarme no es sólo  el cuello, me duele la cabeza y los ojos.

—Jul —murmura Celeste con la voz rota—. ¿Estás viva?

—Creo que si— murmuro de vuelta y mi voz suena peor que la suya.

Me levanto poco a poco, justo como las demás chicas. El dolor no disminuye, pero no es tan malo como pensé al principio.

Sangriento infierno! Todo es un caos. La bufanda se me atora en el cuello y casi me asfixia, también hay una de color rojo atorada en medio de mis piernas, haciendo imposible que me ponga de pie.

—¿Qué pasó? —Gruñe alguien más—. ¿Por qué estamos vestidas así?

¿Así? ¿Cómo?

Me cuesta un poco ajustarme a la claridad del día. El ruido no ayuda a mis oídos y al dolor de cabeza. Mi aliento huele a alcohol.

Cuando mis ojos están completamente ajustados a la luz, por fin veo lo que estoy usando. Un vestido de novia.

Un vestido blanco con encaje y medias de sexys. Oh, mierda. ¿Qué paso aquí?

Los sillones inflables están todos regados cerca del escenario, las chicas que aun no han despertado están dormidas en el suelo, unas sobre otras. Penny y Theresa están a penas de pie, con el cabello alborotado y pegado a sus cuellos.

—Mierda —susurra Celeste.

Se pone de pie junto a mí, viendo la escena con mis mismos ojos y luego se echa a reír, lo que le provoca una mueca.

—¿Recuerdas que pasó?

Ella niega. —Nop, ni idea. Pero parece que, no sé, la fiesta estuvo alucinante.

—Creo que voy a vomitar.

—Sip, yo también.

Resulta que la mitad de las chicas eran damas de honor. Que el vino que ingerí no era vino, sino tequila (ahora entiendo cómo fue que me emborraché tan rápido), que después del show de strippers (strippers!) hicimos algunos juegos y terminamos tan cansadas que decidimos dormir en el piso.

Ni siquiera intento recordar que tipo de juegos fueron esos. Me duele la vergüenza de sólo  imaginarlo.

Media hora después de haber vomitado todo el alcohol, Celeste y yo caminamos hacia su casa con la cara y el cabello lavado, porque Penny llevo a Theresa y en su auto y nadie más nos quiso llevar.

—Tienes que ver el lado positivo. —dice Celeste mientras pasamos frente a un restaurante de comida italiana, lo que hace gruñir nuestros estómagos—. Al menos descubrimos que te gustan los hombres.

Gimo. Cierro los ojos y me halo en cabello.

—No quiero recordarlo.

La sonrisa de Celeste es más grande de lo que yo he conseguido a pesar de que nuestras cabezas nos están matando. —Recuerdo que le gritabas: 'chico del aro, tómame!' Todo eso mientras bebías de una botella de vino.

Una imagen de Celeste y yo medio desnudas con una botella de vino en cada mano cruza mi mente de repente. Creo que estábamos bailando, y teníamos el cabello mojado.

¡Ugh!

La vergüenza es una cosa sucia. Me hace querer esconderme de mi misma y gritarle a medio mundo.

Estamos cerca de su casa, pasando alrededor del parque cuando Celeste se detiene abruptamente y me hace chocar contra su espalda.

—Que demo...

—¡Shh! Mira.

Miro hacia donde su dedo señala. Es un chico, por supuesto. Está usando unos pantalones deportivos, snickers y está levantando su camiseta empapada para abanicarse el rostro. Tiene una buena espalda... una muy buena espalda, y es lo único en lo que puedo pensar cuando se da la vuelta hacia nosotros y lo reconozco.

—¡Sangriento infierno! ¿Ese es Matt? —susurro.

El movimiento rápido de Celeste hacia la derecha hace que quedemos ocultas de él.

—Debería quitarse los lentes y levantase la camisa todos los días —murmura, abanicándose con una mano.

Escondidas detrás de un arbusto con el cabello pegajoso por el tequila y el maquillaje corrido las dos parecemos como locas. El aliento de Celeste huele tan mal como el mío, así que no hay ninguna posibilidad para que nos acerquemos a él. Celeste me ve checarme y sonríe.

—Te guuuuuusta —canta.

Y entonces recuerdo que ya me dijo eso antes.

La fulmino con una mirada antes de negar con la cabeza y golpear su brazo.

—¿Por que de repente sólo  dices 'te guuuuusta'? —Trato de imitarla.

—Es sólo  algo que aprendí de un nuevo anime que estoy viendo.

Le dedico mi mejor mirada WTF, y ruedo los ojos.

Popular, amigable, no-perra y otaku. Los alumnos de San Javier no pudieron ser más raros.

—Vayamos a casa.

Cinco minutos más tarde, con el cabello aun mas revuelto, el maquillaje aun más corrido y la ropa aun más apestosa, Matt nos encuentra.

Su primera mirada es superficial, luego hace una toma doble, se detiene y se quita los auriculares.

—¿Celeste? —La mira con los ojos muy abiertos—. ¿Julieta? —Bien, diría que al decir mi nombre, su mandíbula se cae.

 —Hola raro —respondo, tratando de sonar casual, no como la novia zombi que parezco. Oh sí, porque aun estamos usando la ropa de novia con pantuflas. ¿Nuestros vestidos dorados? ¡Ni idea!

—Eh... ustedes... ¿están bien?

—Perfectas. —Le quito importancia con un gesto—. Es sólo... una fiesta de disfraces que terminó tarde.

Celeste estalla en risas.

—Es mentira —dice, haciendo que mi cara se ponga roja—. Estuvimos en un show sólo  para mujeres.

¡Oh, demonios!

—¡Oh, por favor! No puedes creer semejante estupidez.

Pero por la mirada horrorizada de Matt, sé que lo cree. Y si lo cree, se lo va a contar a Nathan, Nathan se lo contará a Jules y Jules a mamá  y en menos de veinticuatro horas, estaré muerta.

—No se lo puedes contar a Nathan. —Lo señalo con un dedo y hasta entonces noto que en realidad no lo creía hasta que abrí la boca. 

—Yo... mmm... no te preocupes.

Y acto seguido, se despide con la mano y se va. Celeste lo observa marcharse con los brazos cruzados.

—¿Es mi imaginación o lucia, no sé, decepcionado?

—Nah, sólo  sorprendido

—¿Segura?

—Segura.

Ella lo piensa un momento.

—Su expresión me recuerda a Damon...

Y entonces, ¡OHDIOSMIODAMON! ¡Olvidé por completo mi cita con Damon!

Dicen que es A.M.O.RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora