Siempre pensé que los besos se habían convertido en una parte vacía de las relaciones, un objeto de placer y nada más. Pero ahora comprendo que besar no es el problema, es la persona con quien lo haces.
Solía pensar que los labios hacían todo el trabajo. Sin embargo, cuando los labios de Matt se unen a los míos soy consciente de cada uno de mis cinco sentidos. El tacto frio de sus dedos cuando se deslizan desde mis mejillas hacia la parte trasera de mi cuello. El olor cítrico y a limpio de su ropa. El sonido de su respiración entrecortada que hace un ritmo inconsecuente junto a la mía. La oscuridad del estacionamiento detrás de mis parpados cerrados, y sobre todo, sobre todo el sabor a mentas en su boca, y lo fríos que se sienten sus labios en comparación a los míos.
Su beso es poesía oscura, y como tal cosa, provoca sentimientos forasteros en una tierra desconocida.
Sentimientos que me hacen querer gritar, y reír, y llorar, y desgarrar la piel de Matt con mis propias uñas por inducir a que mis brazos se llenen de escalofríos y que sus labios se conviertan en oxigeno mientras me ahogo en un mar de negación y furor.
Estoy arruinada, pienso, corrompida.
Pero soy más fuerte que esto.
O eso pienso hasta que las manos de Matt bajan a mi cintura y atraen mi cuerpo aun más cerca del suyo. Tan cerca que estamos prácticamente adheridos. Su ropa mojada se pega a mi piel, las gotas de lluvia que caen de su cabello se deslizan por mi rostro, obligándome a enredar mis manos sobre su textura suave y...
Y... oh cielos, todo se siente tan bien, demasiado bien, extremadamente bien. Lo que significa que está mal.
Tomando una profunda respiración, llevo mis manos hacia su pecho. Mis manos hacen un puño con la tela de su camiseta y antes de perder toda noción de la realidad, empujo su pecho con las palmas de mis manos y alejo su cuerpo solido del mío.
—Eso fue suficiente, Matt —digo, tratando de sonar infectada.
Matt se hace a un lado, deslizando su espalda contra la pared de nuevo, dejándose caer al piso. Se pasa las manos sobre el rostro, como si no pudiera creer lo que acaba de pasar, y para ser honesta, yo tampoco puedo superarlo, aun.
—Lo siento, Jul —susurra.
Debería aliviarme que se disculpe, eso significa que fue un error y quiere remediarlo. Y sin embargo, eso solo me hace sentir más enfurecida.
—No tienes que disculparte. Te dejé hacerlo —mascullo entre dientes.
—Lo sé, es sólo que...
Y entonces estoy pensando en Dean, y sé que Matt también lo hace, porque la expresión en su rostro es de arrepentimiento puro. Por supuesto, acaba de traicionar a su mejor amigo, y yo acabo de romper todas y cada una de mis reglas sobre contacto físico.
—Oye... —suspiro—. ¿Podrías pretender que esto no sucedió? Que fue algo... ¿simplemente provocado por el clima?
—¿El clima?
—Sí. Ya sabes, todo mundo dice que el frio y la lluvia son románticos cuando en realidad sólo es un clima inconfortable que te hace querer buscar calor...
Matt asiente, pensativo.
—Y a demás, sólo lo hiciste para salvarme la vida, ¿no es así?
—Exacto.
De repente, Matt se pone de pie, vuelve a pasar las manos sobre su rostro y se gira hacia mí.
—Sera mejor que nos vayamos —sugiere—. ¿Quieres caminar?
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Dicen que es A.M.O.R
HumorJulieta Kloss no cree en el amor... O eso es lo que ella dice. En el Instituto San Javier tiene una identidad secreta conocida como La Vendedora de Romances, una traficante de cartas. Aunque solo dos personas conocen la verdadera identidad de La Ven...