Un -después- más.

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¡Oh no!, esto tan malditamente triste.

Es sábado, Celeste y yo estamos en su habitación, con la luz apagada y una caja de clínex a medio usar. Ambas lloramos y murmuramos cosas sin sentido mientras vemos el final de Armagedón.

En el momento que comienza a salir la canción de Aerosmith, ambas nos hacemos un ovillo en el piso, derramando lágrimas sobre la alfombra.

—Odio esa película estúpida —digo.

—Yo, como que, odio que Bruce Willis muera al final. Es tan injusto.

 —Es estúpidamente valiente.

—Oh no ¿por qué? ¿Pudo haberse salvado? ¿Por qué no lo intento?

—¡Porque salvo el mundo! Y quería salvar a su hija. ¡Es un verdadero héroe!

Después de que Celeste me salvara de la vergüenza en el café (pequeño resumen: Cuando estaba por salir corriendo ella llegó, empujó a Matt hacia su auto y comenzó a gritar que había una emergencia en casa, que Matt tenía que llevarme de inmediato. Matt lo hizo sin pensarlo, mientras ella convencía a Bryden de no decir nada.), me vi obligada a pagarle quedándome en su casa el fin de semana para 'hacer cosas de chicas'.

Durante la tarde, ambas estábamos de un humor seco que nos hacia querer acostarnos en medio de la carretera para ser arrolladas por un auto sólo  para aligerar la pereza. Entonces Celeste sugirió ver una película que nos hiciera llorar para 'limpiar nuestros auras' Ella quería ver Titanic... sí, no iba a pasar.

Aproximadamente el ochenta por ciento de las películas que a ella la hacían llorar, a mi me hacían reír. Entonces encontré Armagedón, la película correcta. Porque no es un amor trágico y estúpido, es una historia de valentía y heroísmo. Y esas escenas de unidad entre las personas cuyo mundo está a punto de ser destruido son tan... hermosas.

Ahora, cuando ya ha anochecido aquí estamos las dos, tiradas sobre su piso en posición fetal esperando que la secuela del drama se nos pase.

No toma mucho tiempo, cuando las lagrimas se secan volvemos a la misma posición anterior, aburridas y con pereza. Lo peor de todo es que ni siquiera tengo cartas que escribir durante el fin de semana, estoy en blanco, completamente a la merced de Celeste Clark.

—Oye, ¿donde están tus padres? —pregunto, sólo  para tener algo que decir. Las historias de Celeste sobre sus padres son las mejores.

Jennifer Clark, la mamá  de Celeste es una cantante de bodas y su esposo es Sr. Clark, también conocido como Bingo es su pianista personal.

Ellos solían ser las estrellas de una banda de rock cuando estaban jóvenes, lo que les dio el dinero suficiente para vivir sin hacer nada el resto de sus vidas. Pero los Clark aman la música, así que ahora ella canta y él toca el piano en ceremonias lujosas y exclusivas.

—Oh, ellos están en alguna de las Islas Vírgenes en un retiro espiritual.

—Estas bromeando, ¿verdad?

—No, es verdad. Se fueron hace dos días. Mi tía Margo está a cargo, pero sabes cómo es. Es como si estuviéramos solas, así que no te preocupes, nadie puede verte es esta posición tan... no-común.

En realidad no conozco a la tía Margo así que sólo  me encojo de hombros. De cualquier manera, ella es sólo  una mujer hippie que no habla mucho con nadie.

—Así que por eso querías que me quedara contigo, ¿eh?

—Exacto. Penny tiene otra fiesta esta noche. ¡Ella siempre tiene fiestas!

Dicen que es A.M.O.RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora