Todo mundo habla del retiro de La Vendedora de Romances en la escuela. Incluso el profesor de química lo menciona en su clase, y los cuchicheos no han cesado desde que Aura repartió el periódico antes de las clases, fuera de su hora habitual. Eso me ayuda, me sube el ánimo y hace sentir menos... dramática. Sin embargo mi furia hacia Matt no ha disminuido.
No ha disminuido en absoluto, así que, en cuanto suena la campana para el almuerzo, me alejo de las chicas y corro hacia mi casillero, donde mis materiales para la venganza están preparados.
Me siento horrible por hacer esto. Me siento asqueada y miserable, pero si Matt quiso usar a mi alter ego para acercarse, lo justo es que la use para alejarlo.
Tomo la mochila con los materiales recolectados y espero a que todos estén en sus lugares. A que Aura y sus informantes estén en su esquina, observando cómo depredadores. Espero a que Matt y sus amigos estén en su lugar habitual.
Me doy la oportunidad de pensarlo por segunda de vez, de ver si sigo estando de acuerdo con mi plan o si deseo cambiar de opinión. Me doy una última oportunidad de recordar ese beso que lo arruinó todo. Pero nada cambia. Sigo odiando a Matt por remover todas las capas que puse sobre mí.
Respiro profundamente y cierro los ojos, llenándome del olor a comida grasienta y comienzo mi caminata directo a Matt.
Nathan y Dean conversan animosamente, mientras Matt mira fijamente su copia del periódico escolar. No paso por alto que no ha dejado de llamarme desde ese día, que les ha preguntado a mi primo y a Celeste si estoy bien. Que posiblemente ha estado preocupado por lo que sea que esté pasando en mi cabeza.
Si fuera algún otro día tal vez me sentiría culpable. Hoy, culpa es lo que quiero provocar.
Matt alza la vista de inmediato cuando llego hasta la mesa. La sonrisa que esboza es tan desarmadora que a pesar del rencor, mi estómago se retuerce y mi corazón se salta un latido.
—Julieta, pareces un zombi. —comenta Nathan con una sonrisa.
Lo ignoro y me concentro en Matt, sin dejar de verlo a los ojos, sin dejar de expresar con una mirada todo lo que quiero que comprenda.
Me engañaste, le digo.
Te aprovechaste de mi secreto.
Me usaste.
Me mentiste.
A veces las miradas dicen más de lo que las palabras podrían fantasear. Este no es uno de esos casos.
Saco un puñado de post-its que recogí del baño y los arrojo sobre su bandeja de comida, ganándome un suspiro colectivo y la mirada atónita de los otros chicos en la mesa. Matt sólo me observa en silencio con los ojos abiertos ampliamente.
La muchedumbre deseosa de chismes se pone de pie para observar. Disfruto y desgarro cada segundo de atención. Tomo mi hermosa copia de Chasers of the Light, abro el libro por la mitad y arranco las paginas, rasgándolas de una manera que jamás me habría atrevido a hacer si no estuviera tan furiosa y le lanzo los trozos de página en la cara, tiro lo que queda del libro en el suelo y acto seguido saco de la mochila un ramillete de rosas, el más parecido que encontré a las que él me envió, las hago pedazos entre mis dedos, las tiro al piso y las pateo con una de mis botas, sin mover ninguna parte de mi cuerpo que no sea la pierna, sin apartar mis ojos de los suyos a pesar de los lloriqueos de Celeste, quien de repente está a mi lado, o los susurros desesperados de Nathan.
Finalmente, habiendo recolectado la fuerza para moverme, saco los libros que puso en mi casillero, y las notas que conservaba a petición de Celeste y los tiro a sus pies.

ESTÁS LEYENDO
Dicen que es A.M.O.R
HumorJulieta Kloss no cree en el amor... O eso es lo que ella dice. En el Instituto San Javier tiene una identidad secreta conocida como La Vendedora de Romances, una traficante de cartas. Aunque solo dos personas conocen la verdadera identidad de La Ven...