El admirador secreto.

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Una de las ventajas de tener a Celeste Clark como aliada es que ella sabe todo sobre todos.

Por eso cuando llego a la escuela el siguiente día, sintiéndome acosada de alguna manera, la tomo del brazo en cuanto la veo y la llevo al salón de maestros, donde ninguno de ellos entra hasta después del almuerzo.

—¿Ahora qué? —pregunta sin ocultar su fastidio.

—Tienes que ayudarme.

Ella rueda sus grandes ojos marrón y se echa el cabello hacia atrás.

—No, Jul —alza la voz—. Ya te dije lo que pienso sobre tu trabajo de...

—No es sobre eso.

Eso la hace congelarse a medio movimiento. Su cabeza se inclina un poco quizás para no perder ningún detalle de lo que vaya a decir.

—Alguien esta enviándome cosas. Necesito saber quién es.

—¿Qué tipo de cosas? ¿Vivas o muertas? ¿Es un acosador? ¿Un enamorado secreto?

Sus labios forman una gran sonrisa cuando dice la última opción, quisiera girarme hacia la pared y golpear mi cara contra ella hasta que pudiera olvidar lo que está pasando. No soy ese tipo de chica, no me gustan las conversaciones de chicas.

—Ninguna de esas cosas, ¿de acuerdo? Creo que alguien me descubrió e intenta vengarse.

—De nuevo. ¿Qué tipo de cosas te envía?

—Cosas... rosas... poemas...

El gritito de Celeste es aterrador, de ese tipo de sale de los labios de chicas que visten de rosa y cargan perros en sus carteras. Ella me abraza y comienza a girar a mí alrededor, dando palmadas y sonriendo abiertamente.

—Es definitivamente un enamorado secreto —suspira—. Tenemos que descubrir quién es.

—En esa parte estoy de acuerdo, todo lo demás puedes borrarlo.

—Nop. —Celeste niega con la cabeza, su cabello baila—. ¿Tienes los poemas? Tal vez si veo su letra puedo reconocerlo... ¿o está escrito por computadora?

Me gustaría golpear mi cara contra la pared... de nuevo.

—No los tengo. Los rompí.

Lo divertido con Celeste es que con la misma facilidad con la que se enciende se apaga. Finalmente deja de revolotear a mí alrededor y se sienta en uno de los escritorios.

—A veces eres tan... poco brillante —murmura.

Wow, es la primera vez que Celeste me casi-insulta, debo resultar patética.

Frunzo el ceño mientras me siento en el escritorio junto a ella.

—Y tú eres la señorita arcoíris, puedes sacar información de una piedra. Ahora necesito que averigües si alguien vio a alguien cargando rosas de color naranja. Es un color singular, claramente alguien tuvo que notarlas.

—¿Naranjas?

Asiento. Ella sonríe.

—Tengo que buscar su significado en el diccionario de las flores. Me tengo que ir —salta de su asiento y comienza a saludar con una mano.

—Fue un placer privarme de tu compañía —grito de regreso.

Celeste entorna los ojos—. Te veo más tarde... con información jugosa.

Celeste y yo tenemos la mayoría de las clases juntas, pero casi nunca hablamos en público.

Su grupo de amigos está conformado por porristas y deportistas. El mío consta de Nathan y yo.

Dicen que es A.M.O.RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora