Un joven universitario con un pasado doloroso y gustos peculiares, encontrará en su nuevo maestro un deseo incontrolable, y aunque dicho maestro tenga la sonrisa más dulce que haya conocido, la realidad es que esa sonrisa esconde mucho dolor y un pa...
Este capítulo tiene temas de BDSM, lenguaje vulgar, maltrato físico y humillación. Para tranquilidad de todos y todas, es consensuado.
Léelo con responsabilidad.
Si por otro lado no te gusta este tipo de contenido, no continuar.
Este es un capítulo especial, más de 12 mil palabras. Casi tres en uno. OMG!
Sé que estarán en silencio la mayor parte, espero que lo disfruten. Lol.
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Diecisiete meses después.
Wang Yibo acomodo el nudo de su corbata antes de golpear en la habitación del hotel.
—¿Dónde está mi amada? —pregunto cuando la puerta fue abierta.
La mujer sonrió al verlo y dio un par de pasos hacia atrás para permitirle el ingreso.
—¿Ahora soy tu amada? —inquirió de forma sarcástica. Lo abrazo por la cintura desde la espalda y asomo su pequeño rostro por un costado. Demasiado baja para él—. Yibo.
—Dime —se soltó del abrazo y giro para verla directamente.
—Ahora que estamos en Tailandia, ¿Crees que podamos ir a alguna playa? —pregunto mientras caminaba hacia el espejo para observarse antes de salir. Lucía un hermoso vestido Versace color plata que se ajustaba perfectamente a su delgada figura—. Sé que son muy lindas. ¿Si~? —insistió con una dulce sonrisa.
—No sé... Quizás —respondió. Metió dos de sus dedos por el cuello de su camisa y volvió a moverla, sintiéndose algo incómodo con el traje.
—¿Sucede algo?
—Hace demasiado calor —la mujer sonrió y camino hasta él para acomodar el cuello de su camisa, y la corbata.
—En dos días volveremos a Pekín, entonces, te vas a quejar del invierno que hay allá —recordó ella, por lo que el menor sonrió.
Wang Yibo asomo su brazo para que lo sujetará, cosa que hizo inmediatamente.
—Vamos.
—Recuerda que ahora solo me amas a mí —dijo ella.
—Lo sé. No sabes cuánto —el menor negó ligeramente y no pudo contener la necesidad de rolar los ojos por ello—. Estos días estás más cariñosa que de costumbre, un tanto posesiva y algo celosa.
—Solo un poco, ¿Acaso te molesta? —enarco una ceja al preguntar.
—No, claro que no —sonrió algo fingido—. ¿Cómo podría?
—¡Bien! —exclamo—. ¿Nos vamos?
Wang Yibo asintió, ambos salieron de la habitación del hotel y caminaron por el pasillo dorado hasta llegar al elevador.
