29.

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Había sido sin duda alguna, el mejor fin de semana para ambos hombres.

Las palabras dichas, los momentos juntos, cada caricia y cada beso, todo aquello estaba fuertemente aferrado a sus corazones.

Habían decidido empezar algo que querían, que deseaban con el corazón y no sería fácil, lo sabían muy bien; eran dos hombres enamorados, un maestro y un estudiante, un hombre de veintinueve años y uno de diecinueve. Si la sociedad los juzgaría simplemente por el hecho de ser homosexuales, los demás factores serían aún peor. Wang Yibo parecía fuerte y estable emocionalmente, pero no era el mismo caso del mayor, que aún lucha con su pasado.

Aquel fin de semana había sido mágico en todos los sentidos, pero debían volver a la realidad.

Habían llegado a Pekín hacia un par de horas, y ahora mismo esperaban el elevador que los llevaría al octavo piso de dicho edificio.

Mientras tanto, dos hombres de traje se acercaban al mismo elevador por sus espaldas.

—¡Hey, Yibo! Hace un rato no te veía —exclamo uno de ellos, abrazándolo por el hombro.

—¡Jiyang, me asustaste! —dijo el rubio mirando por sobre su hombro. Luego vio al otro hombre que lo acompañaba, acercarse a él—. Hola, Haoxuan.

—Hola... —respondió mirando a los dos hombres. De repente, este reconoció al hombre que parecía desmayarse aquella noche. Y al darse cuenta, nuevamente estaba pálido—. ¡Oh, tu eres el del otro día! ¿Estás bien?

El rubio inmediatamente volvió su vista para ver al moreno, quién mordía su labio inferior con ansiedad y sostenía su abrigo, estrujándolo con las manos.

—Cielo, mírame —pidió tratando de separar sus manos de la tela—. Amor, estás conmigo. No lo olvides —esta vez tomo sus mejillas pues había sido imposible que soltará su abrigo.

Los dos hombres habían dado un paso atrás, mirando en silencio.

Xiao Zhan alzó la mirada, viendo a Wang Yibo que sonreía tratando de evitar uno de sus ataques, dando pequeñas caricias con los pulgares sobre sus mejillas.

El moreno empezó a respirar de forma tranquila, sus manos se habían puesto frías y sentía algo de palpitaciones. Había empezado a tomar sus medicamentos nuevamente, pero era algo reciente, así que su ansiedad no estaba controlada del todo. Sus manos soltaron la tela y viajaron hasta posarse sobre las manos del otro en sus mejillas.

—Lo...

—Primero que todo... —interrumpió el rubio, inclinándose hacia el frente dejando un casto beso en su frente—. No te vayas a disculpar. Este tipo de cosas no son tu culpa, solo respira con calma y no te preocupes.

—Te amo —dijo en su lugar, obteniendo una gran sonrisa del contrario.

—Y yo a ti, bebé —soltó sus mejillas y tomo una de sus manos—. Ahora vamos, te presentaré dos amigos.

—Hmn —asintió temeroso, pero él sabía, sabía que ellos no lo lastimarían, ellos no tenían nada que ver con sus traumas.

Los dos hombres esperaban uno al lado del otro, observando con preocupación pues parecían haber obtenido la respuesta de lo que pasó esa noche dónde aquel hombre los había dejado tan confundidos y preocupados.

Los dos habían hablado de él por un tiempo después de que se fuera, incluso Haoxuan lo busco en las escaleras para asegurarse de que no se hubiera desmayado, pero al no encontrar a nadie, regreso dónde el otro.

—¿Estás mejor? —inquirió el joven castaño al que antes habían llamado "Jiyang".

—Estoy... bien —respondió sosteniendo la mano ajena con fuerza.

Calling your name. |YiZhan/ZhanYi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora