Un joven universitario con un pasado doloroso y gustos peculiares, encontrará en su nuevo maestro un deseo incontrolable, y aunque dicho maestro tenga la sonrisa más dulce que haya conocido, la realidad es que esa sonrisa esconde mucho dolor y un pa...
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Era lunes en la mañana y Xiao Zhan acomodaba el cuello alto de su camisa, asegurándose que ninguna marca fuera visible antes de salir hacia la facultad, dónde daría varias clases hasta horas de la tarde.
La pregunta del millón era, ¿Cómo iba a caminar de un lugar a otro en el escenario con el dolor agudo en sus caderas? Apenas se había levantado esa mañana y al poner un pie en la alfombra, este flaqueo he inmediatamente una especie de corriente le recorrió el coxis.
Se había tomado varias pastillas para el dolor, y aun así le costaba bastante.
Wang Yibo había permanecido hasta altas horas de la noche junto a él, hablando de cosas aleatorias. No había preguntado por su vida privada, y aunque el moreno tenía curiosidad por muchas cosas que descubrió esa noche, tampoco hizo preguntas.
El rubio termino yéndose hacia su apartamento cuando la hora de dormir había llegado. Xiao Zhan tristemente se dio cuenta que en realidad Wang Yibo no compartiría la misma cama con él, a no ser que este extremadamente agotado, o ebrio.
Todo había sido sexo desde un comienzo, así que no había ningún motivo para sentirse molesto o utilizado por él. Wang Yibo había sido claro desde un principio, le dio varias opciones, y como siempre, se fue por la peor de ellas, la que lastimaría su corazón.
Así que ahora estaba completamente solo como todos los días en los últimos seis años.
Xiao Zhan suspiro con resignación, tomo su maleta, la cruzo por su hombro y se dispuso a salir hacia el taxi que ya esperaba por él.
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Todo el día fue bastante tranquilo, los alumnos trabajaron como debieron. Xiao Zhan trato de caminar lo menos posible y a hora de almuerzo, Fei lo invito para que la acompañará como lo ha hecho en varias ocasiones, solo que está vez no quiso ir con ella, no solo porque no quería caminar hasta el restaurante, ahora se daba cuenta que en verdad Fei se mostraba a él de una manera diferente que no había visto antes.
En ese momento parecía algo ingenuo, como el rubio lo había llamado, ¿Cómo no lo noto antes? Simplemente se resignó a ese hecho, como al hecho que durante todo el día no había visto, ni había sabido nada del rubio.
