Capítulo 58 ▪En el mismo mundo▪

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Tal vez después de todo solamente no fue nada más y nada menos que un capricho, porque siendo honesto, nunca la amé.
Nunca llegué a sentir esa chispa, ese cosquilleo en mi garganta, ese revoloteo de la alas de las tan características mariposas del amor. Tampoco me sudaron las manos por los nervios ni mucho menos sentía esa peculiar clase de chispa entre nosotros cuando tomaba mi mano o cuando nuestros labios se juntaban entre sí.
Eso solamente lo sentí una vez en mi vida con una sola persona. Era ella. Y apenas, después de tanto tiempo me estoy dando cuenta.
Un hueco se formó en mi estómago al imaginarla sola preguntándose a si misma donde se podría encontrar su esposo. Era tan inocente, tan pura.

De alguna manera tenía que saber lo que estaba pasando, no podía podía permitir de ninguna forma que ese idiota siguiera jugando con ella.

¿Cómo podría avisarle?

―¡Harry! ―gritó una voz dulce y aguda, sacándome de mis pensamientos. Era su voz.

Suspire profundamente, sacudí mi cabeza de lado a lado y continué caminando pensando que este podría ser posiblemente otro de los muchos juegos de mi mente, porque de llegar ser así no quería volver a caer en ellos.
Continué avanzando con pasos tranquilos, constantes y suaves, pues no tenía prisa alguna y quería disfrutar al máximo este tiempo a solas para aclarar muchas cosas.

El frío viento sopló una vez más despeinado mucho más mi cabello rizado, ocasionando que una gran escalofrío recorriera mi cuerpo de pies a cabeza por ende de haber olvidado traer un abrigo.
Mordí mi lengua una vez más al escuchar por segunda vez en esa misma hora esa voz repitiendo mi nombre.
Cerré mis ojos con fuera al recordar que no había tomado mi pastilla anti depresiva. La tomé, la posicioné en el interior de mi boca, destape mi botella de gaseosa y tomé un trago, pasándome la cápsula de gel.
Espero que esa voz se detenga, porque honestamente, siento que no puedo más.

―¡Harry! ―por tercera vez aquella voz me llamó.

Masajeé ligeramente mis sienes, quería que todo esto se detuviera. Ya no quería sufrir más por ella, aunque sabía que ella también estaba sufriendo en todo esto, después de todo.
¿Por qué simplemente ambos no podíamos encontrar la felicidad? Ambos habíamos sido engañados, sin embargo a pesar de las circunstancias, yo seguía sintiendo esa clase de cariño por ella y, hasta este punto se me hacía realmente sorprendente ya que, normalmente nunca había tenido suerte en el amor. Probablemente por eso es que no me sorprende ni en lo más mínimo mi futuro divorcio.

Pero, ¿qué pasaría con ella?, ¿seguiría con ese idiota que la hace llamar como la única mujer de su vida?
De una u otra manera tenía que avisarle, pero...,¿Cómo?

Miré una tapa de botella color celeste de plástico de casi un tamaño imperceptible. Balanceé, mi pierna en el aire de atrás hacía adelante, segundos después la punta de mi bota izquierda chocó contra el pequeño objeto celeste, que enseguida salió disparado por el golpe, estrellándose enseguida con el tronco de un frondoso árbol.

Desde que tengo memoria se me ha dificultado expresar sentimientos, sobre todo si el tema se trata del amor. Hacía ya algunos años que realmente creí entender la definición exacta de la palabra; las ventajas y las desventajas, sin embargo hasta hoy en día me doy cuenta en que muy apenas estoy comenzando a hacerme una idea del significado de la palabra completa.
Y había vívido las ventajas de éste y ahora me encontraba enfrentando las desventajas.

―¡Harry! ―la voz gritó más fuerte que las ocasiones anteriores, seguido de esto sentí un tirón en mi brazo derecho. Quería verla, quería abrazarla, quería poder percibir su aroma, quería que ella me ayudara a levantar mis ánimos diciéndome que ella estaría ahí, conmigo hasta el final. Sin embargo, no era así.

No moví ni un solo músculo.
Mi respiración se volvió más pausada de lo normal, un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba a abajo, el cual pude sentir en cada rincón de mi interior, en cada músculo, hasta el punto en el que llegué a sentirlo en mis huesos.
Por alguna razón mi cuerpo permaneció inmóvil durante unos minutos más, lo cual era realmente frustrante.

―Tienes que escucharme ―reclamó en un tono exigente con una ligera combinación de frustración. No era ella.

Suspiré, tratando de centrarme en la plática, o, bueno, la milésima discusión que habíamos tenido.

―¡Detente! ―Nadine me ordenó de manera ilógica.

Mi ceño se frunció de una manera bastante exagerada a decir verdad ante su extraña petición, la cual por diferentes perspectivas que le diera, para mí seguía siendo ilógico.

―Nadine ―nuestras miradas establecieron conexión. Sus ojos verde aceituna ardían de molestia. Negué ―. Esto no va a funcionar ―admití sintiendo como el peso sobre mi cuerpo disminuía, haciendo que un sentimiento de alivio inundara momentáneamente mi cuerpo.

―¿Qué tratas de decir? ―preguntó arqueando una ceja mostrando una expresión no del todo amigable.

―Solo estoy diciendo lo que es ―articulé en un tono suave tomándola por los hombros, quería terminar de una vez por todas el vínculo que ambos manteníamos hasta el momento porque no funcionaba ni llegaría a funcionar.

―No, Harry, por favor ―rogó tomando mi mano con sus ambas manos.

Suspire pesadamente. Únicamente lo que deseaba en este momento era que este vínculo terminara lo más rápido posible, era lo mejor para ambos, sobre todo, para mí. Esta vez sería lo suficientemente egoísta como para pensar en mi bienestar y felicidad propia, en lugar de la de ella. No estaría dispuesto a sacrificar en una situación que me hacía daño, no la haría por segunda vez.

―No, Nadine. Sea cual sea esta relación tiene que terminar ya, porque esto no nos llevará a ninguna parte ―articulé con sinceridad manteniendo mi postura.

―No lo logré, ¿de acuerdo? ―articuló histérica elevando su tono de voz ―. Necesitaba sentirme querida ―justificó su gran infidelidad.

―¿Siquiera te estas escuchando? ―pregunté incrédulo rechazando aquella patética excusa de aquel engaño de tal magnitud. ―Tú siempre quisiste pasar el rato, era lo único que te importaba y te diré que, sinceramente, no puedo tolerar a las personas así... creí que eras diferente ―articulé dejando salir todos mis pensamientos relacionados con aquel tema.

―Harry... ―me miró directamente, buscando convencerme de acceder a otra oportunidad, sin embargo ya se habían extinguido éstas, tal cual agua en el desierto.

―No, Nadine ―negué, oponiendome completamente.

―Soy una Stromal, esto deshonrará a la familia Streight, Harry, no lo entiendes ―admitió entre dientes, claramente molesta por el hecho de que ya había terminado todo.

Mi cuerpo se quedó completamente estático al razonar las últimas palabras articuladas por parte de la rubia.
Y fue entonces cuando todo dentro de mí se reconectó; podía moverme, podía hablar dando a entender las cosas que quería que los demás entendieran. Miles de recuerdos invadieron mi mente por completo; armando un rompecabezas con toda la información que conocía desde tiempo atrás.
Y, derrepente todo encajó en su lugar.

―Tú. Eras tú quien era la cómplice de Lorence y de la otra rubia todo este tiempo ―articulé después de haber reunido y organizado el suficiente número de pistas como para garantizar su participación en aquel ―más bien, aquellos― sucesos, porque si algo tenía más que claro era que una vez que descubrias la verdad de una de las mentiras de Nadine, lo primero que ésta haría sería algún acto incoherente.

Se quedó totalmente inmóvil, impresionada por todos los descubrimientos recientemente realizados por mi parte. No negó nada, ni siquiera me miró.

Un ambiente lleno de tensión mayor que la anterior nos envolvió a ambos, a tal nivel en el cual se podría cortar el aire con un cuchillo.

―Mi abogado ya tiene lo esencial para completar el trámite ―dije dando media vuelta sobre mis talones, haciendo que su mano cayera golpeando su cuerpo por la fuerza de atracción de la gravedad.

―Harry ―siseó entre dientes por última vez.

―Te veré en la corte, Stromal.

Y sin más que agregar, me retiré de ahí.

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