Capítulo 5

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―Cuéntame de tu vida, Harry.

Él hizo una mueca, pasó el lateral izquierdo de su mano ―de el mismo lado― existente entre la unión de su dedo pulgar y su dedo índice, mientras hacía el ademán de pensar.

Durante varios minutos el silencio dominó en la deprimente habitación ―en la cual únicamente había una camilla de hospital, un escritorio de madera con forma rectangular pegado a la esquina de el fondo de el lado izquierdo de la habitación con algunas hojas blancas en la superficie, un gran caballete de madera con dos pinzas para la ropa color negro de plástico, un paquete de pinceles de diferente medida y dentro de el mismo; varios lápices, una goma para borrar, un sacapuntas, una hoja doblaba, dos sillas de madera color natural con forma cuadrada y de respaldo de delgados barrotes de el mismo material―.

Aclaré mi garganta, pasé saliva y chasqueé mi lengua logrando exitosamente obtener la atención de el rizado.

Sonreí ligeramente.

―Cuéntame sobre tu familia ―dije con un tono suave tratando de que no se sintiera atacado u ofendido.

Suspiró pesadamente dirigiendo su mirada hacia el suelo de concreto y adoptando una posición ligeramente encorvada.

Esperé unos minutos, ya que suponía que hablar de ellos no es de su total agrado, sin embargo ni una palabra salió de sus labios.

―Sé que puede ser difícil, pero necesito saber sobre tí para poder ayudarte.

Él asintió.

El silencio nuevamente inundó la habitación y nuevamente el mismo ambiente se mantuvo por minutos.

Frotó sus sienes con sus dedos índices, levantó su mirada de forma que ésta se encontró con la mía.

―Ellos... ―hizo una pausa y suspiró profundamente. Me incorporé en mi lugar y puse atención a absolutamente todo; cada palabra que salía de sus labios, el tono en el que lo decía, sus expresiones faciales. Bajó la cabeza ligeramente, aún sin perder la conexión entre nuestras miradas. ―Todos creen que estoy loco.

Suspire, manifestando algo de frustración y preocupación por el paciente de cabello rizado, tratando de adivinar que se sentiría encontrarse en una situación como esa. Sé lo que es no tener el apoyo de tu familia y, en mi opinión, me siento totalmente libre de decir que no es nada fácil.

Un nudo se formó en mi garganta impidiéndome expresar mis pensamientos sobre el tema, aunque en cierta forma sabía que parte de mí aún no estaba preparada para ello, sin embargo la otra parte exigía a gritos hablar con alguien, pero no cualquier persona; quería poder hablar con una persona que entendiera mi situación, me hablara de sus experiencias, sus sentimientos sobre el tema y que me diera sus opinión con respecto a mi situación. Porque por más veces que asistieras a terapias con un psicólogo, psiquiatra (por decir un ejemplo) o que hablaras con cualquier otra persona sobre el tema, jamás entenderían la situación al cien porciento.

Necesita apoyo.

―No lo estas ―sonreí de lado tratando de ocultar el repentino dolor que se sintió en mi pecho.

Me miró directamente y seguido de eso movió lentamente su cabeza de arriba a abajo, estando de acuerdo con mis últimas palabras.

Sentí como un nudo se formaba en mi estómago, mientras que mis nervios comenzaban a aumentar ―lo cual en cierto modo me parecía realmente ilógico, por el hecho de que solo era un agarre que demostraba que necesitaba todo el apoyo y confianza posible por mi parte―.

―Quiero ayudarte y para poder hacerlo necesito saber un poco más ―dije en un tono suave y tranquilo, seleccionando con cuidado cada palabra cuidadosamente para evitar malinterpretaciones de su parte.

Mundos Diferentes ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora