Capítulo 64 ▪En El Mismo Mundo▪ (4)

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Di ligeros golpecillos en una de las grandes e imponentes puertas de caoba color chocolate que daban la bienvenida a su hogar.
Relamí mis labios, acomodé mi saco y mi corbata del mismo color; negro. Miré por última vez el pequeño detalle que sostenía entre mis manos, ¿le gustará?
Del otro lado de la puerta comenzaron a escucharse ligeros pero apresurados pasos, seguido de un "enseguida voy".
Silencio, eso era todo lo que se escuchaba. Segundos después, ambas puertas se abrieron de par en par, dejándome ver a la única persona por la que valía la pena vivir.
Llevaba un elegante vestido largo que se ajustaba sin inconveniente alguno a las curvas de su cuerpo. Su cabello caía tal y como auténtica cascada de rizos abiertos. Su rostro se veía más iluminado de costumbre, sus párpados coloreados de diversos tonos de cafes hacían que sus atributos restarán más, sus hermosos ojos se veían más grandes, sus carnosos y rosados labios se veían más apetecibles de lo normal, su aroma me embriagó, haciéndome sentir como si no tuviera el control total de mi cuerpo, como si no estuviera sobrio. No sabía si aquello era bueno o malo, aunque en ese momento no me importó.
―¡Harry! ―exclamó con una amplia sonrisa entrelazando sus manos detrás de mi nuca sacándome de mis pensamientos.
Se veía preciosa.
Y la palabra preciosa se quedaba corta.
Sin poder evitarlo una sincera y amplia sonrisa se plasmó en mi rostro e inevitablemente mi mano derecha fue hacia su cintura mientras que la izquierda sostenía el ramo de flores con cubierta transparente a excepción de los bordes contorneados a color lila.
―Hey ―la saludé con una amplia sonrisa y besé su frente con delicadeza.
―Oh, no debiste haberte molestado ―exclamó sorprendida al notar el ramo de tulipanes de diferentes colores, desde amarillos hasta tonos anaranjados y rojos. Sonrió ampliamente y mordió su labio inferior al mismo tiempo que tomaba las flores con delicadeza. Bajó la mirada hacia las flores y entonces pude apreciar como sus mejillas adquirían un ligero color carmesí. Pasó saliva y levantó la mirada, encontrándose con la mía.
Sus ojos brillaban con intensidad bajo la luz de las estrellas, mientras que cada vez más sus mejillas incrementaban la intensidad del color inicial.
Relamí mis labios y sin romper el contacto visual le expresé mis sentimientos.
―Es un placer, nunca será una molestia ―aclaré dejando castos besos en su frente repetidas veces.
(...)
Rió cada vez más fuerte mientras sus ante brazos se posicionaban sobre su estómago mientras que mis dedos se encontraban vagando de un lugar a otro a lo largo de su espalda.
―No puedo más ―rió haciendo pequeñas pausas para tomar aire, mientras que algunas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.
Sonreí ampliamente y con mis pulgares limpié las pequeñas gotas saladas que caían por sus sonrosadas mejillas.
Recostó su cabeza en mi hombro dejándome sentir su cálida y calmada respiración poniéndome momentáneamente la piel de gallina, ya que hace mucho tiempo que no tenía un acercamiento así; tan íntimo y especial.
Se sentía malditamente bien
Su mirada estaba enfocada hacia a el ocuro cielo lleno de estrellas de diferentes tamaños que iluminaban nuestro campo visual lo suficiente como para crear una atmosfera tranquila y más romántica.
―¿Sabes? ―comenzó a decir una vez que nuestras risas se disolvieron con el vacio sonido de la noche, su voz era pausada, tranquila, su mirada estaba enfocada en la mía, pasó saliva y continuó―. Nunca creí sentir esto por alguien, simplemente, no era parte de mis planes, ni siquiera era una idea, pero luego llegaste tú ―sonrió y mordió ligeramente el labio inferior ―No eras parte de mis planes, no tenía planeado caer en el juego del amor, pero como siempre, va un paso adelante. Y eso me hizo darme cuenta de algo, que probablemente ya tendrás en mente ―articuló jugando con los dedos de sus manos, a juzgar por su expresión se veía bastante cómoda en la posición en la que estaba; con la cabeza recostada sobre mi hombro. Asentí y apreté sus dedos ligeramente para indicar que prosiguiera, quería escuchar su deseo y aunque tal vez yo pensara de manera diferente podríamos poner nuestras ideas afines. ―Solo quiero estar contigo ―pronunció finalmente sacándome una sonrisa socarrona, pero aún no sabía que quería decir con ello.
Eso podía significar tantas cosas.
Solo quiero estar contigo
Cada palabra retumbaba en mi cabeza una y otra vez, dejándome sin palabras.
Tal vez se refería a que quería vivir conmigo, que quería que resgresaramos o probablemente se refería al matrimonio. No estaba seguro de ello, pero todas las ideas me encantaban.
Sentí su cálida respiración chocar contra mi cuello y de repente mi corazón se fue a mil por hora. Giré mi rostro encontrándome al suyo con tan solo centímetros de separación, parecía tan tranquila y maravillada examinando mi rostro sin perderse detalle alguno, como si se tratara de su obra de arte favorita.
Besó el límite de mi mejilla, luego fue iniciando su recorrido pasando un lugar más adelante que el paso anterior hasta que finalmente besó mis labios.
Cerré los ojos y dejé que tomara todo de mí, en ese momento era todo lo que realmente importaba. Miles se sensaciones indescriptibles comenzaron a florecer en mi interior.
Las acciones se repitieron nuevamente, mientras el tiempo se incrementaba el aire se escaseaba, fue entonces cuando comenzó a pasar sus manos por mi cabello, desde atrás de mis orejas hasta mi barbilla, con cada roce mis sentidos se agudizaban más e inevitablemente sucedía lo mismo con la rapidez de los latidos del corazón. Y como si de un reflejo se tratara, imité cuidadosamente hasta su más mínimo movimiento.
Este último paso se repitió una y otra vez, al principio era poco, pero después el tiempo fue avanzando a pasos mayores.
Minutos después nos encontrábamos en una situación con un entorno completamente diferente y lo único que importaba era que esta vez si existiría un nosotros con cada una de las letras.

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