Capítulo 54 ▪En el mismo mundo▪

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Harry.

Miré a la pareja de recién casados, que estaban haciendo fila detrás de un señor de aproximadamente treinta y siete años, esperando poder entregar su equipaje.

Ví como ella pasaba sus finos y largos dedos por el largo cabello de el hombre de cabello lacio de color negro como la noche, barba de el mismo color, mientras ella le sonreía ampliamente y él la abrazaba por la cintura.

Alguien hace tiempo me llamó masorquista, antes me negaba a el hecho de que fuera verdad, sin embargo ahora me estoy dando cuenta de que lo soy, en toda la extensión de la palabra.

A pesar de que me dolía muchísimo verlos, no podía parar de observarlos, observar como se comportaban uno con el otro, como se daban cariño mutuamente, como se veían...

Me encantaría poder decir que yo tengo a alguien con quien puedo hacer esas cosas, o con tan sólo sonreír cuando nuestros ojos hicieran contacto. Y tenía a alguien así, pero ahora lo perdí. La perdí.

―Te amo ―declaró él abrazandola por la cintura, mientras ella ocultaba su cabeza en su cuello.

―Yo también te amo ―respondió en un susurro rodeando el cuello de su esposo.

Noté como poco a poco mi visión comenzaba a hacerse borrosa dificultando mi campo de visión por causa de las lágrimas acumuladas.

¿Por qué tiene que afectarme verlos?

¿Por qué me destroza tanto verla a ella con otro?

Se supone que ya la superé.

Se supone.

Apreté el asa de plástico color negro de mi gran maleta color roja mientras me acomodaba en el asiento de color azul eléctrico, tratando de prepararme para poder decirle adios.

Quería decirle adiós, pero no por más que deseara levantarme de el asiento de plástico color azul eléctrico, no podía.

No podia mirarla a los ojos y decirle tan solo una "simple" palabra. Porque eso significaría el final de lo nuestro, que no sabría definir con exactitud que tipo de relación es en la que nosotros estamos en estos momentos. Tal vez lo mas cercano y acertable seria decir que somos amigos.

Hace unos días había decidido alejarme por un tiempo de el mundo, absolutamente todo y de todos, según mi psicólogo me haría bien despejarme por un tiempo. Y eso es lo que haré.

Ya no me verían en un buen tiempo.

Sobre todo ella, estaría más alejado de ella que de nadie mas. Aunque una parte de mí sabe que llegara un momento en el que no podré resistir más y de una o otra manera terminaria "comiendo de la palma de su mano" nuevamente, porque ella tenia algo, algo que realmente me atraia. No era su apariencia fisica.

Bueno, tal vez un poco.

Pero, volviendo a el punto, habia algo muy especial en ella que simple y sencillamente yo no podia dejar.

La forma en la que reaccionaba cuando alguien hablaba de ella, cuando ella estaba en el mismo lugar, cuando hablaba, cuando me hablaba, cuando me miraba, cuando rodeaba mi cintura o mi cuello con sus delgados y finos brazos, cuando se quedaba dormida en mi pecho

Podría mirarla horas y horas, sin embargo jamas me cansaría de admirar su belleza y su increíble personalidad, que aunque aveces puede comportarse muy difícil, eso te demuestra lo frágil que puede llegar a ser.

A pesar de que lo nuestro había terminado era inevitable no sentir algo por ella, al menos para mí.

La extrañaba.

Todo había sido tan real con ella.

Y tan rapido como se me paso el tiempo a su lado, con la misma velocidad habia acabado todo.

La extrañaba.

La extraño.

Senti como una fuerte presión se hizo presente en el centro de mi pecho, ligeramente cargado hacia la izquierda, justo cuando la pareja de recién casados dejaban sus maletas en la banda transportadora donde éstas pasaban por la máquina de rayos X y salían por el otro extremo de la banda.

Ve a decirle lo que le tienes que decir.

Me levante de mi asiento rápidamente, me arme de valor, pasé por el camino que creaban las cintas separadoras de color azul eléctrico con delgadas letras en manuscrita color blanco perla de tamaño mediano, donde estaban únicamente formadas cinco personas.

¿Y ahora qué hago?

Este es el fin ―pensé en voz alta cuando ví como su figura se perdía entre las demás personas.

El chico delgado, de estatura de 1.58m, cabello negro y ojos de el mismo color dió media vuelta, encontrándose conmigo.

―¿Estás bien? ―preguntó amablemente.

Suspiré.

―No. La chica que amo está a punto de irse y no lo sabe aún ―confesé con tristeza.

―Ve por ella ―respondió la mujer que era la primera en la fila.

―No lo sé ―dudé.

¿De verdad quería que ella lo supiera?

Si de por sí las cosas han estado algo tensas entres nosotros ¿esto no afectaría más nuestra "amistad"?

―¿Qué te lo impide? ―preguntó arqueado una ceja.

―Está casada.

―¿Y eso importa? ¡Tú la amas! Es lo único que importa. Así que ¿qué esperas? ¡Corre, chico! ―se hizo a un lado dejándome pasar corriendo.

―¡Gracias! ―exclamé en un grito, dejando mis maletas en la banda transportadora, pasé por la máquina de rayos X, una vez que verificaron que no tuviera ninguna arma, recogí mis maletas y corrí a través de la multitud.

Ví como ella le entregaba a la aeromosa los boletos de avión, mientras que el Dr. Malik la abrazaba por la cintura.

Un nudo se formó en mi garganta impidiéndome momentáneamente habla.

Ella lo ama a él.

Y yo la amo a ella.

Me armé de valor, dejé las maletas en el suelo, salté en mi sitio y abrí mi boca, tratando de gritar lo suficientemente fuerte para que ella me escuchara.

―Te amo ―grité.

Las personas detuvieron su paso y voltearon a verme, algunos me miraban raro, sin embargo, la mayoría de las personas me miraban conmovidas.

Derrepente me sentí diferente, no sentía vergüenza, ni me arrepentía de haber gritado aquello, pero me sentí más pequeño y un poco desprotegido, como un niño perdido.

Sonreí ampliamente cuando ella volteó, buscando el dueño de la voz. Buscándome.

Mis ojos se inundaron de lágrimas cuando ella dió media vuelta sobre sus talones y entró caminando por el largo pasillo, que conectaba con el exterior, donde el avión estaba esperando.

―Te amo ―murmure mirando a el avión, donde anteriormente ella había subido.

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