Capítulo 62 ▪En El Mismo Mundo▪

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Rió y eso era música para mis oídos.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente cuando entrelazó nuestras manos sin dejar espacio alguno entre ellas y lo más parecido a una leve corriente eléctrica me recorrió de pies a cabeza, sin embargo mi sonrisa era imborrable.
En su otra mano sostenía el pequeño ramo de rosas rojas con delicadeza, mientras que una amplia y sincera sonrisa se mostraba en su hermoso rostro.
Nuestras miradas establecieron conexión una vez más y entonces me dí cuenta de que nunca había estado más feliz.
En estos días que había compartido con ella habían sido únicos y maravillosos, aunque siendo sincero con la descripción con palabras me quedo realmente corto.
El cielo ya se encontraba oscuro, lleno de estrellas esparcidas por todo el campo panorámico que nuestras miradas abarcaban. La luna brillaba, el viento soplaba con gentileza, moviendo la parte inferior de su vestido al volumen de sus pasos que por ende ocasionó que mi sonrisa se volviera más amplia. Se veía perfecta.
Sus ojos brillaban con intensidad en el momento en el cual nuestras miradas se encontraron y, de alguna manera sabía que no era por el reflejo de las estrellas, ni del cuerpo celeste y opaco que nuestro planeta tiene como único satélite que esta noche se encuentra en su máximo esplendor.
Dicen que los ojos son la ventana al alma y, personalmente, yo también compartía aquel pensamiento.
Suspiré mientras una tonta sonrisa se asomaba en mi rostro por milésima vez en ésta noche, aún sin perder la conexión ya existente entre nuestras miradas.
―Te extrañé, Harry ―pronunció después de un largo y pacífico silencio entre nosotros.
Su brazo izquierdo pasó atrás de mi cuello, rodeandolo, aferrándose a éste.
Con delicadeza comenzó a acariciar mi corto cabello rizado mientras esa hermosa, amplia y honesta sonrisa permanecía en esa gran obra de arte.
Un cosquilleo se hizo presente en mi estómago, mi mano libre por instinto fue hacia su cintura, aferrándola hacía a a mí.
Su mirada reflejó algo de sorpresa sin embargo segundos después se tornó dulce con una pizca de melancolía y emoción.
Y permanecimos así, mirandonos directamente, sin decir ni una sola palabra, no hacía falta. El silencio era nuestro aliado, dejando que nuestras miradas hablaran por si solas.
No tengo ni la menor idea de cuanto tiempo permanecimos de esta manera, pero realmente, eso no importaba mucho. No me era vital. Pero sí lo era estar a su lado.
Poco a poco la distancia entre nosotros disminuía cada vez más.
Su respiración comenzó a combinarse con la mía, sus labios se entre abrieron ligeramente, su cálido y abrazador aliento amentado alimentaba mi ansiedad por completar nuestro acto y a la vez, mis nervios.
En un abrir y cerrar de ojos el tan ansiado tacto llegó.
Tenía un ligero sabor a menta con manzana y podría decir que se siente como la mismísima gloria.
Sus dedos vagaban por mis rizos, mientras que mis manos permanecían quietas donde las había posicionado tiempo atrás.
No sé cuanto tiempo permanecimos así, ni tampoco sé que podría haber estado pasando por su mente, lo único que tengo claro en estos momentos es que, de alguna manera, ya lo había conseguido. Ahora tendría mi oportunidad con ella. Y seré lo suficientemente egoísta como para conservarla solo para mí, no la dejaría ir. Jamás.
―Yo...―comencé a declarar, sin embargo ella me interrumpió.
―Sí, Harry ―murmuró sin aliento con la respiración agitada segundos después de que la unión que mantenían nuestros cuerpos pasará de algo dulce y tranquilo a algo lleno de adrenalina y pasión.
Sonreí y por instinto traté de llenar mis pulmones por completo o por lo menos una cantidad considerable que lograra satisfacer mis necesidades vitales.
―Gracias ―murmuré cuando mis pulmones estuvieron satisfechos por la cantidad de aire anteriormente inhalada.
La acuné en mis brazos y, con una gran sonrisa besé su frente lentamente.

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