Capítulo 56 ▪En el mismo mundo▪

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«Aveces la mente te pide que hagas uso de la razón, sin embargo el corazón se niega a renunciar»

1 año después.

Harry

Suspiré y, por milésima vez me di vuelta en la cama, quedando acostado boca abajo, tratando de conciliar algo de sueño.

Las lágrimas seguían cayendo irremediablemente, mientras que de vez en cuando se escapaban algunos sollozos de mi garganta, desgarrando mis tímpanos debido a el gran eco que se hacía presente en la casi vacía habitación ―a excepción de la cama y el armario de puertas de madera color chocolate, que a decir verdad era bastante espacioso a juzgar por su aspecto―, ocasionando que más sollozos salieran de mi interior, manifestando perfectamente mis emociones.

Me sentía triste, enojado, decepcionado, confundido y totalmente vacío. Por eso mismo me era tan difícil dejar de llorar; todo está tan mal y lo que empeora la situación es que ésta mezcla de sentimientos en mi interior que no me ayuda en nada para tratar de mejorar en algún aspecto.

Suspire pesadamente, conteniendo los sollozos que exigían ser escuchados, mi corazón destrozado.

Tomé mis botas de piel color marrón, unos pantalones desgastados y una playera a cuadros color rojo con azul de botones, que fue prácticamente lo primero que encontré en la oscura habitación. Me vestí rápidamente y, aún con la vista nublada por las lágrimas acumuladas que se negaban a salir comencé a caminar a tientas agarrándome de las pocas cosas que se encontraban en la habitación, para finalmente después de un tiempo aproximado ―y si mis cálculos no me fallan, sin embargo lo más probable es que sean incorrectos ya que no se me dan ni en lo más mínimo las matemáticas― de veinticinco minutos, logré salir de la amplia habitación, segundos después mi cuerpo chocó contra la mesa de centro de la sala.

Cerré los ojos fuertemente por el golpe que recibió mi dedo pequeño de uno de los pies. Solté un gruñido por lo bajo.

Casi instantáneamente recordé donde había puesto la copia de llaves que Luke me había dado el día anterior ―ya que perdí mi juego de llaves―, metí mi mano en el bolsillo derecho trasero de mi pantalón, buscando el pequeño objeto de bronce, que segundos después encontré. Continué caminando hacia la salida, esta vez, sin chocar con algún objeto y exitosamente, llegué a la entrada principal. Busqué la entrada de la llave, la inserté dentro éste, giré, alcancé el picaporte, saqué la llave y salí del departamento. Cerré con llave y empecé a caminar por el largo e interminable pasillo de paredes color beige hasta llegar a la caja metálica de gran tamaño, para después detenerme a leer el letrero que tenía éste por fuera de sus puertas pegado; "Fuera de servicio".

Dí media vuelta sobre mis talones, encontrandome con las escaleras. Pasé saliva y comencé a bajar por los angostos y altos escalones, para mi suerte, iluminados bondadosamente, por lo tanto al principio mi vista tardó en acostumbrarse a la iluminación del lugar lo cual me hizo aumentar la velocidad con la que descendía que lugar tan asfixiante.

Salí de aquel estrecho lugar, pasé el lobby, salí de el edificio, crucé la primera calle ―no sin olvidar mirar a ambos lados para cerciorarme de que no estuviera poniendo mi vida en peligro― y repetí consecutivamente la acción con siete calles más.

Comencé a caminar a lo largo de la acera hasta llegar a un parque de aproximadamente dos manzanas de extensión territorial. Los árboles frondosos de distintas variedades de colores se movían a la constante velocidad del viento que se mantenía constantemente cambiante. Podía sentir el fresco viento chocando con mi cara, mi cuerpo tembló. Y me me di una reprimenda a mi mismo por no haber traído mi abrigo.

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