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El día que esperaba mi madre con ansias ha llegado, y no, no es el día de mi boda sino que la noche de la gala benéfica. En toda la semana estuve pensando en qué llevar puesto pero no ne decidía, creía que todo era demasiado hasta que vi algo que me gustó bastante.

Como Lucas saldría hoy también hemos llamado a su hermana, Rosie. Sin duda ya no es una niña, pero trabaja de niñera en los veranos y es conocida así que podemos confiarle a nuestro Jack.

—Lev.—miro a la puerta, Lucas está mirándome de pies a cabeza.

—¿Si?—pregunto dejando la brocha en mi mesa de maquillajes.

—Aammh, Rosie.

—¿Qué pasa, Lu? ¿Ya llegó?

—Sí.

—Hazla pasar, quiero verla.—le sonrío, este asiente y sale de la habitación.

Miro a Jack que esta jugando en mi cama, muy entretenido con un nuevo juguete que le ha dado su padre.

—Levana, hola.—dice la linda Rosie entrando a mi habitación.

—Hola, linda.—le dije sonriendo—Él es Jack, mi hijo.

—Es hermoso.—dice mirándolo.

Le sonrío y la veo acercarse a mi hijo para jugar con él.

Me giro al espejo, termino de arreglar mi cabello, y retoco una vez más mi maquillaje, me llega un mensaje diciendo que mi auto está esperando por mí abajo, así que me apresure a ponerme el vestido. He elegido uno de escote profundo, de mangas largas y corto de color champán, mi cuello va adornado de perlas. De zapatos me pongo unos tacones de color dorado y mi cartera a juego.

—Se cuidan, por favor, y si ocurre algo, Rosie, si ves algo raro solo llámame, mi número está a un lado del teléfono anotado.

—No te preocupes, lo cuidaré bien.

Asentí despidiéndome de mi hijo y salí de la habitación.

Baje las escaleras hasta la salida, subí al auto saludando al chófer y partimos de mi casa hasta el lugar del evento. El camino fue largo, de hecho mi madre ha prestado su propiedad a las afueras de la ciudad, una gran mansión de color blanco, creo que he venido dos veces y eso solo cuando era vacaciones y estaba muy pequeña como para recordarme. Ahora que me ponía a pensar mi adolescencia solo se había resumido en alcohol, sexo y fiestas, algo de lo que no me arrepiento pero si me da un poco de vergüenza, hubiese querido tener un romance bonito y lindo, de esos clichés que jamás se superan pero lo único que encontré fue un corazón roto y un trauma que jamás voy a superar. Sigo pensando que todo pasa por algo, quería encontrar al amor de mi vida y gritarlo a los cuatro vientos, también ser amada de la misma intensidad.

Veo mi rostro en un espejo que llevo en mi bolsa, realice un ahumado color negro que resalta mis ojos, mi labial rojo y mi cabello negro, me gusta como me veo pero a veces no sé si es suficiente.

Suspiro mirando por la ventana, se alza la mansión de color blanco con muchas ventanas y el jardín de verde intenso, es interesante.

Bajo del auto con ayuda de un muchacho que abre mi puerta, estoy parada sobre la alfombra con miles de flashes en mi rostro, sonreí dándole las gracias y camino saludando a varios conocidos, espero mi turno en una esquina y después me indican que debo pasearme en cada marca y posar unos segundos para que puedan fotografiarme. Lo hice, y las preguntas sobre el por qué estoy sola no se hacían esperar, después de todo no sé por qué preguntan eso si siempre he estado sola en estos eventos.

Finalmente llego al evento, dentro todo es sotificado y elegante, los tonos sobrios me gustan, sobretodo cuando es dorado y negro, de bienvenida me dan una copa de vino, me gusta el ambiente pero lo sigo considerando demasiado, de no haber sido por mi madre ahora misma estaría en mi casa con mi hijo viendo una película en pijama.
Todas las miradas cayeron en mí cuando entré, ignorando a todos caminé hasta donde están mis padres y sus parejas.

HER ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora