𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐕𝐢𝐥𝐥𝐚𝐢𝐧𝐞𝐬『𝐓.𝐖』

°•○●□■The Duel■□●○•°

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   ᴱˡ ᵐᵘⁿᵈᵒ ᵉˢ ᵘⁿ ˡᵘᵍᵃʳ ʰᵉʳᵐᵒˢᵒ,
ˢᶦⁿ ᵉᵐᵇᵃʳᵍᵒ,
ˡᵒˢ ʰᵘᵐᵃⁿᵒˢ ᵉⁿˢᵘᶜᶦᵃⁿ ˢᵘ ᵇᵉˡˡᵉᶻᵃ

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Ya que no podía a Ace y Deuce en la calle o merodeando por la escuela, Amaryllis dejó que se quedarán otra vez en su casa. No tenía problemas mientras siguieran respetando su espacio personal.

Gracias al cansancio mental por los sucesos de la fiesta de té, solo tomaron la cena juntos, con Apofis -nombre que le dio al Occamy que adoptó‐, comiendo un conjunto de verduras y frutas. Aunque los de 1er año debieron sentirse satisfechos con la comida, se sentían excesivamente angustiados, formándose un nudo en sus estómagos.

Amaryllis no habló, solo pensó. Pensó en los sucesos que pasarían mañana. Aunque no estaba dentro de la pelea, quería hacer algo. Pero no iba a hacer trampa en medio de un duelo, aunque era una demonio, hasta los demonios encontraban que las duelos o batallas entre personas debían ser honorables.

Sin decir nada, la pelidorada los guio a cada uno a su respectiva habitación para su letargo al igual que ella se dirigió a la suya para también dormir.

Sin esperar, se lanzó a la cama y cerró sus ojos rubíes.

La luz de la luna era la única luz natural que alumbraba su habitación, dejando ver por poco como el vidrio del espejo arriba de la chimenea empezaba a ondularse como si fuera agua.

Sin previo aviso, los pies de Amaryllis aterrizaron en un suelo de madera. Frustrada, y sabiendo que no iba a poder dormir tranquila, contempló la escena frente a ella de blanco y negro.

El sitio era un tribunal. En la tribuna del culpable estaba la pequeña niña de cabello rubio con su vestido celeste y delantal blanco. En el lugar del juez, estaba la misma señora de cabello negro y aspecto gruñón. Traía un martillo de madera entre su mano derecha. Alrededor y sentados, se encontraban las cartas de naipes viendo.

—¿Cortarme la cabeza? ¿¡Qué clase de reina eres!? —gritó aterrorizada la niña—. Eres una tirana egoísta que hace lo que quiere. —La señaló con un dedo.

Una vena pulsante apareció en la sien de la reina.

—¿Qué dijiste niñita?

Un gato sonriente y peludo de tonos morados y rosas, apareció arriba de la cabeza de la señora.

—Te llamó Tirana Egoísta~~~ —repitió, echándole más leña al fuego.

La cara de la Reina de Corazones se volvió roja como la sangre. Apretó los dientes con fuerza y golpeó el martillo de madera contra la mesa con fuerza sobrehumana.

—¡¡¡QUE LE CORTEN LA CABEZA!!! —le gritó a sus guardias.

Sin desobedecer sus órdenes, se acercaron a la niña, lanzándose encima de ella.

—Como la Reina ordenó, ¡que le corten la cabeza! —repitió un hombre pequeño al lado del asiento de la regente.

Más y más cartas se lanzaron sobre la pequeña niña. Aterrorizada, se agachó y se protegió la cabeza con sus dos manos.

—¡No! —Amaryllis corrió en dirección a la niña. La decisión que tomó la Reina no era correcta. Una simple niña no merecía morir solo por ser sincera.

Intentó alcanzar a la pelirubia, pero la imagen se iba alejando poco a poco. Estiraba su brazo, pero no iba a acercarla más de todas formas. De un momento a otro, el suelo debajo de ella se desmoronó, dejándola caer a un vacío infinito.