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"ᴹᶦʳᵃ ᵐᵃ́ˢ ᵃˡˡᵃ́ ᵈᵉ ˡᵒ ᑫᵘᵉ ᵛᵉˢ"

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Amaryllis se sentó en el suelo de tierra de su sueño de blanco y negro, observando su nuevo entorno. Aunque no fuera agradable el contacto de la tierra seca y áspera, de todas formas no iba a estar sucia cuando despertará. Estaba dentro de una cueva de tierra, donde solo entraba la luz desde la entrada y un hueco en el techo.

Dentro de las costillas de un animal estaba encerrado una especie de ave con el pico amarillo. Su rostro estaba angustiado y cansado, observando la pared. Parecía no haber comido hace mucho y su estado mental decaía poco a poco.

Acostado y encima de lo que parecía ser un sillón hecho de tierra, estaba el león de cabello oscuro y un ojo rasgado, inspeccionando sus garras, desinteresado por lo que lo rodeaba.

—¡No! Todo menos eso —declaró el león.

—No tenía que hacer esto con Mufasa... —dijo el ave, sacudiendo sus alas para intentar salir. Ya hace bastante había aceptado su destino, pero eso no significaba que no intentará de vez en cuando salir.

El león apretó sus dientes y rugió con fuerza, asustando al ave. Él era un depredador y él una presa. Fácilmente lo podía matar con sus afilados dientes y sus mortíferas garras.

—¿¡QUÉ!? ¿¡QUÉ HAS DICHO!?

—¡Oye, Jefe! Tenemos una queja. —De repente entró a la cueva una de las hienas que estuvieron en el sueño anterior. Tenía una expresión cansada y molesta en el rostro. Detrás de él aparecieron las otras dos hienas que también estuvieron en el sueño. Tenían las mismas expresiones.

—No hay comida, no hay agua —gruñó la hiena que parecía ser mujer, mostrando sus dientes al león para mostrar su malestar. Su garganta se secaba poco a poco y sus tripas gruñían cada pocos segundos.

El león suspiró y frunció el ceño.

—Agh... Coman a Sazu —respondió, señalando al animal enjaulado. El pájaro estuvo a punto de desmayarse por su respuesta.

Las hienas fruncieron el ceño e hicieron muecas, no contentos con su respuesta.

—Y yo que creí que sufríamos con Mufasa —murmuró la primera hiena que había entrado. Aunque Mufasa fuera un león que prefería gobernar a todos los animales menos a las hienas, al menos no los mataba de hambre como ahora con Scar. Tenían los restos de los animales, pero Mufasa no se las arrebataba como Scar.

El león frunció el ceño y se sentó en su asiento, haciendo uso de su porte. Aquellas sucias ratas no se debían olvidar quién estaba al mando. Él era su Rey. El Rey de la sabana.

—¿Qué dijiste? —gruñó, fulminando con la mirada a las hienas.

Sin esperar un segundo más, las hienas se fueron corriendo mientras una se reía. Ellos tres nunca iban a poder contra un león, y menos si estaban llenos de hambre.

—¡Hyajajajaja!

La imagen se fue desvaneciéndose hasta que Amaryllis quedó en la oscuridad de su mente. El suelo de tierra desapareció y sintió un suelo liso bajo ella.

—Parece que ser el peso de ser el Rey no fue lo suficientemente liviana para el león —comentó al aire, todavía observando la oscuridad, dejando que la comiera por completo. Un nuevo día comenzaba, y con eso, el telón del espectáculo se abría, dando a comenzar su venganza.

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⏰ Última actualización: Feb 04 ⏰

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𝐓𝐡𝐞 𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐕𝐢𝐥𝐥𝐚𝐢𝐧𝐞𝐬『𝐓.𝐖』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora