UN NARCOTRAFICANTE ENAMORADO

XIII

QUIERO VOLVER A VERTE

Había esperado a que Felix se calmara, lo había aconsejado y le pedí amablemente que saliera de la habitación para que yo pudiera "dormir". Cuando se fue, espere que diera la hora que ya tenía planeada y salí por la ventana sin emitir algún tipo de sonido, quite mis zapatos para que mi caída no emitiera ningún sonido. 

Hice el mismo recorrido de siempre y llegué a la cuidad, pero logré llegar con menos tiempo que de costumbre, parece que mis ganas de ver al chico eran grandes.

Las calles estaban totalmente vacías, no había ni siquiera un alma que vacilara por esas calles. Me dirigí hacia el lugar donde me habían atacado y observe un poco, pude ver aún mi sangre impregnada en el suelo, valla que los trabajadores no limpiaban, mis ojos se abrieron cuando encontré mi navaja a un costado de aquel callejón, se veía intacta como si nada hubiera pasado, la tome y me dirigí al otro callejón donde Jeon me había ayudado con las heridas.

Parecía como si hubiera sucedido todo ayer, como si mi intento de asesinato fuera una manera romántica para recordar el encuentro que tuvimos Jeon y yo. ¿Encuentro romántico? Lobo tonto, deja de pensar en estupideces.

Al llegar trate de recordar la dirección de la casa de aquel chico, seguí el camino que alcance a recordar y me detuve cuando vi aquella casa azul con negro que se encontraba frente a mis ojos. Eran las tres de la mañana, si tocaba la puerta y no me respondía no me extrañaría para nada, a esta hora todos suelen estar dormido y él no sería una excepción.

Antes de tocar la puerta suspire, por alguna razón no tenía miedo de verlo, pero si estaba muy nervioso, mi lobo estaba inquieto, iba en busca de una respuesta, quería saber quién era él, no iba con oras intenciones, solo para saber la verdad. Toque la puerta con los nervios de punta y con todos mis sentidos activos por algún movimiento sospechoso.

El chico abrió la puerta. Su rostro estaba totalmente dormido y tenía puesta ropa para dormir, una pijama color azul pastel con sus pantuflas de dinosaurio color verde claro, tenía el cabello todo revuelto y sus ojos aún estaban dormidos, se veían más largos y más pequeños que la primera vez.

- ¿Jinnie? Pensé que te habías muerto alfa tonto - Jeon me miro con asombro y yo no me esperaba otra respuesta, pues me había ido solo dejándole una nota sobre la loseta, además, no es común visitar a alguien en plena madrugada. Él me indico que pasara y me pidió que tomara asiento en uno de los sillones.

- ¿Por qué te fuiste? Cuando llegue a casa no estabas. ¿Cómo están tus heridas? Que alfa más tonto–

-Apenas estoy llegando y ya me estas faltando al respeto- No hubiera venido, tonto omega, solo sabe ofenderme.

-No niegues que te gusta, puedo sentirlo en tu aroma. Nunca creí ver a un alfa con gustos relacionados al masoquismo-

Rodé los ojos y me acomode en mi lugar, no valía la pena seguir, ese chico era listo y lo más seguro es que ya tuviera una respuesta a todos mis insultos. Suspire y regrese a la idea de buscar información.

-Lo lamento. Pero te deje una nota sobre la loseta- Me justifique con una sonrisa fingida. 

-Si de hecho, aquí la tengo- Jeon abrió un pequeño cajón que se encontraba a un costado del sillón, saco una libreta que se parecía a la mía, lo que más me sorprendió fue que la había usado como separador al igual que yo. Él leyó la carta en voz alta y me clavo la mirada. -Esto no fue suficiente, de verdad estaba preocupado por ti, llegue a casa y no te encontré, tenía miedo de que algo malo te hubiera ocurrido-

Por alguna razón su manera de preocupación por mí se me hacía atractiva, pero ¿Por qué se estaba preocupando por mí? Siquiera sabía quién era y ya me reclamaba por irme sin avisar. Debo admitir que se veía muy lindo recién levantado y más con esa pijama tan infantil, era como tener a un bebe haciendo berrinches. Nadie que no fuera externo a mi familia se había preocupado por mi y ahora llegaba este omega a tratarme como si fuera lo más preciado que pudo aparecer en su vida.