#1 E pale mau wau iā ʻoe [ChisaDeku] [Omegaverse]

Capítulo 19

Los tres adolescentes entraron a la pastelería, siendo que Izuku iba más dormido que despierto, aun así no se preocupaba realmente del camino puesto que iba agarrado al brazo del alfa y éste cuidaba que no se fuera de bruces contra el suelo, detuvieron frente a las vitrinas de los dulces para escoger lo que se comerían y sólo ahí fue que Izuku despertó por completo para poder escoger lo que se iba a comer de merienda antes del almuerzo, no era algo que llenaría su estómago por completo, pero tampoco algo que no le alcanzaría ni para saborearlo como quería.

Chisaki y Hari también pidieron algunos dulces para ellos y pidieron otras cosas más para que Izuku pudiera llevarse luego a casa para que lo compartiera con su madre a la hora de la merienda de la tarde, el pecoso debía aprovechar ese día para comer dulces ya que al siguiente día le entregarían una lista con la dieta a seguir para que se mejorara y estaba más que seguro que los dulces no serían para nada parte de dicha lista, así que disfrutaría mientras pudiera.

—¿Por qué las vendedoras los veían con terror cuando nos estaban atendiendo? —Cuestionó Izuku luego de que se sentaron en una de las mesas para comerse su pedido.

—Debe ser que se acordaron de nosotros, por el hecho de que el jefe Kimura casi compra todos los dulces, pero habrán reconocido más que nada a Chisaki —Respondió Hari entre risas, señalando al alfa que luego de asegurarse que era seguro se quitó el tapabocas para comenzar a comer. —Entre que es de los pocos adolescentes que usa tapabocas y su aura de «acércate con tus gérmenes y te mato», es imposible no acordarse de él.

Izuku terminó riéndose a pesar de que Chisaki le había gruñido al omega peliblanco por sus palabras, les verdad es que el pecoso aceptaba la descripción dada hacia el alfa porque era completamente cierta; no eran muchos adolescentes los que usaban tapabocas y guantes, normalmente sólo los usaban cuando estaban enfermos con algunas gripe, así que era raro ver al alfa de esa manera todos los días y a casi todas horas, la otra descripción que también era cierta, debía confesar que era más fácil manejarla mientras se quedara al lado del alfa y soltara su aroma suavemente, aún debía aprender a manejarlo, como también debía aprender a controlar a su tigre interior.

—Estoy seguro que ese pedazo de pie de manzana no te dirá las respuestas del universo —Comentó Chisaki al ver a su destinado con la mirada perdida en el plato y sonrió levemente al escucharlo reír.

—Yo tampoco lo creo, pero se vale intentarlo por si acaso ¿No cree? —Cuestionó Izuku con una sonrisa divertida antes de comerse su pedazo de pie.

—No, sigo sin creerlo realmente —Respondió Chisaki negando levemente antes de sonreír. —Para eso tenemos el internet o si es una duda fácil de responder, estamos para escucharte, tigrecito.

—Uhm Chisaki-sempai necesita tener más imaginación —Comentó Izuku haciendo puchero mientras clavaba el tenedor en el pie para comérselo a gusto.

—Uy le pides demasiado, Izuku —Se burló Hari antes de que el alfa le respondiera al pecoso.

—No creo que sea mucho, todos podemos tener imaginación sin importar la edad porque somos humanos —Comentó Izuku luego de tragar el pedazo que se había comido. —Igualmente no es necesario obligarlo si no puede.

—No es que no pueda tener imaginación, puedo —Aseguró Chisaki y prontamente agregó: —Pero simplemente prefiero la realidad a la imaginación, así de sencillo.

Izuku asintió levemente en silencio aceptándole aquella respuesta dada porque le convenció saber que el alfa tenía sus propias creencias y no era necesario que fuesen las mismas que las suyas propias. Se comió su pie de manzana, disfrutando además un fresco yogurt de durazno que tenía pedacitos de la fruta misma y sin poderlo evitar, su aroma salió suave y casi discretamente para demostrar que le estaba gustando mucho la merienda que los dos mayores le consiguieron. Chisaki no podía estar más satisfecho en esos momentos de la felicidad de su omega porque creía que explotaría si seguía ahogándose en aquella felicidad, así que simplemente disfrutó de su pan de leche y su café con dos bolsitas de azúcar en completo silencio, viendo a su mejor amigo centrarse en los dangos que se pidió como si fuesen lo mejor del mundo.