Love you /// ꧁༒•Un fanfic EddiexChrissy /// Stranger Things•༒꧂

VIII - Familia

Chrissy iba a abrir la puerta cuando escuchó la conversación, o más bien pelea que sus padres estaban teniendo. Se quedó en su lugar petrificada.

- Escúchame Philip, tu hija se retrasa por que anoche estuvo en una fiesta de instituto, ¿y sabes que hacen las animadoras en las fiestas de instituto? Comerse pollas como si fuesen putas.- Estaba gritando su madre. Tenía el pelo impoluto, y el carmín de los labios un poco corrido, la base de su maquillaje saltaba mucho a la vista que no era el tono adecuado.

- ¡Nuestra hija no es una puta, Laura! Chrissy es una chica responsable, nunca ha hecho nada para que desconfíes así de ella.- Su padre estaba furioso.

- Una vez la pillé en su habitación saltándose su dieta, comiendo como una cerda. Debería hacerme caso más a menudo, si sigue comiendo así no la va a querer nadie. Philip, es intolerable que nuestra hija esté por ahí comiendo y fornicando sin que sepamos nada de ella.

- ¡Llamó por teléfono anoche! ¿O es que acaso no te acuerdas?

- Seguro que estaba con algún chico... - Dijo su madre con el tono de voz algo más bajo.

Su padre se levantó repentinamente y fue a salir de la habitación.

- ¿Philip, a donde vas?

- No voy a consentir que hables así de mi hija, y como no puedo callarte esa bocaza que tienes, prefiero abandonar la habitación.- Seguidamente, Chrissy oyó un sonoro portazo.

De los ojos de la chica comenzaron a caer lagrimas violentamente sin parar. Tenía la vista nublada por las lágrimas y sus hombros empezaron a sacudirse. Inconscientemente, sus pies dieron la vuelta y empezaron a retroceder hasta la camioneta de Eddie, quien se había bajado de esta al ver a la chica parada en el portal, pensando que quizá había vuelto a suceder lo de anoche. Cuando la chica estuvo en frente del castaño, lo abrazó con fuerza, mojando de lágrimas su camiseta de pijama. Ya le deba igual si Eddie la veía débil o no. Su madre la había llamado puta. Eddie paso sus brazos por los hombros de la chica, ya que le sacaba 20cm de altura.

- No quiero volver a casa aun.- Dijo Chrissy en un susurro, aun contra el pecho del castaño.

- Podemos esperar en la camioneta hasta que estés lista.- Dijo él colocando una mano en la cabeza de la pelirroja.

Tres minutos después ambos se encontraban tumbado en la parte trasera de la furgoneta, con los asientos inclinados. Chissy estaba completamente estirada, mientras que Eddie tenía las rodillas flexionadas.

- ¿Nunca tienes la sensación de que tu madre- nunca tuviste la sensación de que tu madre te odiaba?- Dijo la pelirroja auto corrigiéndose.

- Continuamente. Mi madre era una cabrona de marca mayor. Cuando era pequeño solía pedirme que me acercara a ella para luego apagar su cigarro en mi brazo y reírse de mis lágrimas, y yo caía una y otra vez.- Después de decirlo, Eddie se dio cuenta de que eso solo los sabía su tío, ya que, para que él hablara de su madre, tenía que conocer mucho a la otra persona. Y ahora se lo acababa de revelar a Chrissy.

La chica inspiró una gran bocanada de aire, y después dejo con una voz algo temblorosa:

- Mi madre me acaba de llamar puta y cerda.- Los ojos de la chica se cristalizaron de nuevo.

Eddie colocó su mano encima de la de la pelirroja y le dio un apretón. Las palabras no eran exactamente su fuerte, pero quería ayudarla. Los dos miraban el techo de la furgoneta. Era blanco con la mancha de una suela de zapato. Eddie le contó a la pelirroja que el origen de esa mancha fue cuando estaban intentando pintar de negro el garaje de un amigo para hacer su propio sitio de conciertos, pero que habían acabado peleándose por una estupidez y que él mismo, después de pisar un charco de pintura negra, se tumbó en la parte de atrás de la furgoneta y le metió una patada al techo. Chrissy se había reído por la historia dos minutos enteros. 120 segundos de reloj.

Después Chrissy le habló al joven de su padre, de cómo él siempre había sido bueno con ella y como después de pelear con su madre cuando era pequeña le llevaba a su habitación un yogurt con miel y le dejaba los cuentos clásicos de los hermanos Grimm para leer antes de dormir. La chica sentía verdadero amor hacia su padre. Él había sido un joven muy prometedor en su juventud, pero se casó bastante joven y una cosa lleva a la otra.

- ¿Qué hay de tu padre?- Preguntó la chica

- Él nunca estuvo en mi vida, el que nos abandonara fue lo que hizo caer en depresión a mi madre.- Eddie tenía la mirada perdida en el techo de furgoneta. La chica quería saber más sobre su familia, pero no quiso presionarlo. Chrissy observó el perfil de castaño, quien tenía el cejo fruncido.

- ¿Por que te ha llamado tu madre puta?- Mierda, ¿no podías ser menos directo? Se preguntó el chico.

- Como había una fiesta por ganar el partido de baloncesto, le dije a mi madre que iría con las demás animadoras y jugadores del equipo, y ella dice que en esas fiestas las animadoras no hacen nada más que fornicar y mamar pollas.

Quizá debería ir a alguna entonces... pensó el chico.

- ¿Lo hacen?- El castaño se felicitó a sí mismo por haber dejado el tema.

- Quiero decir... yo- yo no lo sé... en esas fiestas me agobio y suelo sentarme en los balcones de las casas a tomar el aire.- Eddie pudo apreciar que parecía que estaba avergonzada de eso.

- Está bien no se el alma de la fiesta siendo animadora, ¿sabes?

Ella se giró para mirarlo, entonces ambos quedaron mirándose el uno al otro, sin romper contacto visual. Había tan solo 15cm entre sus cabezas y el aire se sentía muy pesado. Desde la boca del estómago, el cuerpo de Chrissy empezó a emanar calor. Los dos estaban algo colorados.

- Creo que ya estoy lista para entrar en casa.- Dijo la pelirroja en un susurro. Sus ojos no se movían de los del castaño.

- Suerte, almirante Cunningham.- La chica rio.

Esta vez la chica no le dio un abrazo, pero cuando iba a salir de la camioneta se paró en seco. Llevaba la camiseta de Eddie. No puesta, pero llevaba todo ese tiempo con la camiseta en la mano, sin si quiera soltarla. Cuando se la iba a devolver, el chico negó con la cabeza.

- No, quédatela, te queda bien.- El castaño le regaló una sonrisa.- Me espero a verte entrar en casa.

La chica le regaló una sonrisa de vuelta, notaba todo el interior de su pecho caliente, como si una taza de chocolate caliente se le hubiera expandido en la garganta y la reconfortara. Dios, cómo echaba de menos el chocolate caliente. Avanzó hasta su casa y esta vez entró.

Eddie no podía dejar de sonreír. ¿Cómo podía ella ser tan hermosa?

Continuará...