6- Quiero creerle

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Amber:

—¡Rápido!

—Que se calle de una maldita vez—masculla Cameron con los dientes apretados a mi lado, paso de él siguiendo con mis lagartijas-.

—¡Escuché eso, Griffin!—grita de regreso el entrenador pasando por delante de nosotros—¡veinte lagartijas más para todos¡—ordena recibiendo quejas del equipo—¡agradézcanle a su compañero!

—Váyase al...

—Como no cierres la boca te la cierro yo con mi zapato—le gruño estirando mis brazos un momento antes de seguir con el ejercicio-.

Terminamos la serie y giramos para quedar sobre nuestra espalda para empezar con la serie de abdominales en parejas.

Austin entrelaza sus tobillos con los míos para tenernos de soporte.

—No me jodas, Amber—dice cuando ve que hago los abdominales más rápido que él—no presumas tu ligereza, capi.

Río ralentizando mi ritmo para hacerlo al mismo tiempo que él.

—Lo siento, no estoy acostumbrada a hacerlo en pareja.

En mi anterior escuela todos los ejercicios eran individuales, nunca tuve que esperar a nadie.

Ni quería hacerlo.

Todos eran unos desgraciados conmigo, lo más sorprendente de todo es que los chicos de mi anterior equipo nunca duraban más de un año, siempre lo dejaban porque los sacaban de la escuela por ser muy problemáticos o lo dejaban porque no les interesaba tanto el futbol.

Esta es la primera vez que estoy en un equipo donde no me tratan mal, o por lo menos no lo han hecho hasta ahora.

Desde el miércoles que me senté a comer con ellos por primera vez, han insistido para que me sentara con ellos ayer y hoy. Ninguno ha mostrado una actitud rara o sospechosa conmigo, no han sido malos, sin contar las discusiones con Cameron y June, y no me han pedido nada.

Cada vez me dan más miedo.

—Vamos—Austin me extiende la mano para ponerme de pie, y empezamos a correr con los demás alrededor del campo—estás muy callada, más de lo normal—comenta a mi lado-.

—No suelo hablar durante los entrenamiento.

—Bueno, si no quieres no hables, pero escucha—volteo los ojos, fastidiada—el sábado vamos a salir un par de chicos del grupo a tomar algo.

—¿Y?

—Y... queremos que vayas.

—¿Por qué?—lo veo de reojo, atenta a su expresión, sus facciones relajadas me desconciertan-.

—Porque eres parte del equipo ahora, eres nueva y no hay mejor forma de conocer a alguien que tomando un par de cervezas juntos.

No veo fallas en su lógica.

Pero aún me da miedo.

—Tomas, ¿verdad?

Si, pero solo malas decisiones.

—No.

Mentirosa.

—¿Enserio?—abre los ojos sorprendido—que saludable, capi—asiente orgulloso—puedes tomar agua o refresco, no te juzgaremos, tranquila—me sonríe con calidez-.

—No iré a un bar a tomar agua.

Elimina su sonrisa.

—Creí que ya te empezábamos a caer bien.

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