22- Fue solo una escalera, chicos

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Amber:

Doblo mi camisa metiéndola en la mochila, saco la caja de curitas rompiéndola por la mitad para dejar todas las bandas sobre la despensa del lavamanos.

Giro para ver las heridas de mi espalda y ver si están en peor condición que las del frente de mi torso.

Estoy vuelta mierda.

Ese maldito hijo de...

Un golpe en la puerta me sobresalta, a los segundos los golpes se detienen así que sigo con lo mío, pero las puertas se abren abruptamente dejando paso a dos chicos.

—¡No veo nada, solo quiero mear que el baño de chicos está lleno! —Cameron corre al cubículo más cercano encerrándose en el-.

Paso saliva viendo a Chad congelado en la entrada, sus ojos me ven impresionados mientras recorre mis heridas.

Escuchamos como Cameron orina, suspira aliviado y baja la palanca del inodoro abriendo la puerta para salir.

—Disculpen la intromisión...—se corta al verme, su expresión cambia drásticamente al ver mi cuerpo-.

Me giro hacia el espejo manteniendo una expresión neutra en mi rostro.

—¿Se les perdió algo?—hablo quitando los papelitos de una curita para ponerla en una de las cortaduras de mi hombro que aún no ha terminado de cicatrizar-.

—¿Qué te pasó?—veo por el reflejo del espejo a Chad, este me analiza con preocupación, sigo cubriendo mis cortes con curitas tratando de no hacer muecas de dolor por el ardor-.

—Nada—saco un tubito de crema para hematomas y empiezo a aplicar capas finas en los moretones de mi abdomen-.

—Eso no parece nada, Amber—refuta Cameron en un gruñido, volteo los ojos fingiendo indiferencia, bajo un poco la cinturilla de mi pantalón para cubrir de crema el gran moretón que hay en mi cadera, escucho una inhalación de sorpresa de parte del rubio, vuelvo a subir la cinturilla por encima de mi cintura tapando todo el morado-.

—Me caí.

—¿De un quinto piso?—resopla con burla Cameron sin tragarse mi mentira-.

—De las escaleras de mi casa.

Me pongo mi sudadera de cambio con cuidado de no tocar las heridas, guardo el resto de mi ropa sucia y mis deportivas en la mochila y saco mis botas, me impulso para sentarme sobre la despensa del lavamos y ponerme las botas.

—¿Cuándo?—veo a Chad, este tiene el ceño arrugado ahora, no respondo, cuando vuelve a hablar su tono adquiere una dureza que me toma desprevenida—Amber, ¿cuándo fue?

Paso saliva centrándome en las trenzas de mis botas.

—El martes.

—Entrenaste toda la semana—el rubio da un par de pasos hacia mí para que lo vea-.

Lo veo a los ojos aparentando que no me incomoda que me vea así.

—Lo sé, estuve ahí—sonrío de lado tratando de darle gracia al tema, pero su ceño se arruga aún más-.

—¿Te llevaron a un hospital?, ¿no tienes nada roto?

—¿Tú que crees?

—Creo que eres más idiota de lo que pensé—me paralizo viéndolo sorprendida, me lo esperaría de Cameron, pero nunca de él y mucho menos la expresión que tiene ahora-.

—¿Disculpa?—sacudo la cabeza saliendo de mi impresión, estrecho los ojos viéndolo enojada—¿de qué diablos vas...?

—Viniste toda la semana a clases y a entrenar—empieza caminando hacia mi hasta quedar a un par de metros de donde estoy sentada—ignorando lo paleada que estás y que la mitad de tu cuerpo está de morado y verde.

SheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora