18- ¿Te lastimaron?

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Amber:

Salgo de la ducha envolviéndome con la toalla cuando la lista de canciones se acaba.

Nunca imaginé que estaría un sábado en casa sin planeas para salir, retiro lo dicho, nunca me imaginé un sábado en casa con invitaciones para salir, pero sin ganas de hacerlo.

Estas semanas mi humor a estado un tanto bajo, salir es lo último que quiero hacer. Apenas y salgo para ir a la escuela y lo hago solo porque mi hermano se ha encargado de sacarme de la cama con métodos pocos ortodoxos.

Digamos que un balde de agua fría no es la mejor forma de despertar a alguien.

Luego de vestirme bajo a la cocina aprovechando que mis padres no han llegado y que mi hermano se durmió temprano.

Saco el cartón de leche chocolatada de la nevera y salgo de la cocina apagando la luz, la vuelvo a encender cuando alguien toca a la puerta.

Dios, que no sea un vendedor nocturno, se me da fatal pasar de ellos.

Abro la puerta escondiendo la leche en mi espalda para no dar una imagen lamentable a un desconocido.

Ya bastante lamentable debo verme con mi pijama de pandas a las 8 de la noche.

—¿Qué hacen aquí?—veo con confusión a los dos chicos en mi puerta-.

Los dos intercambian miradas antes de verme con una sonrisa inocente.

—Vinimos a secuestrarte—Austin se encoge de hombros, arrugo el ceño bebiendo un trago del cartón de leche, él codea a Martin para que hable-.

—Hace rato que no sales de tu cueva, capi.

—No tengo ganas de salir.

—Creo que no entiendes el concepto de un secuestro: no tienes opción más que venir con nosotros—explica el castaño con diversión-.

—Tienes cinco minutos para cambiarte.

—Tengo una mejor idea—ellos me miran expectante—adiós—cierro la puerta en sus caras-.

—¡Ey! —ignoro las quejas del otro lado de la puerta y voy a las escaleras para regresar a mi alcoba-.

Dejo la leche en mi mesa de noche junto a mi diario, me quedo un rato demás viendo este último, pero al final lo cierro sin ganas de seguir escribiendo por hoy. Me tiro de panza en mi cama y me pongo a ver Instagram.

Una actualización, de apenas unos segundos, del estado de Austin llama mi atención.

Abro el estado viendo la foto de una puerta entreabierta con un encabezado en letras neón que dice: "hora del secuestro".

Un momento... ¿qué tan común es una puerta purpura?

A menos que... sea la puerta de mi alcoba...

—¿Qué?—me acomodo en mi cama sin dejar de ver el teléfono, el chirrido de mi puerta me hace girar la cabeza hacia ella, pero lo único que alcanzo a ver es un par de sombras antes de que me atrapen dentro de las sábanas de mi cama—¿¡qué diablos!?—me remuevo con fuerza tratando de salir del saco que formaron con mis sabanas—¡los voy a matar pedazos de...!

—Te lo advertimos, capi—escucho sus risas, gruño sin dejar de moverme, me detengo cuando la pantalla de mi teléfono se prende-.

Observo la notificación que me llegó del estado de Austin, es una selfie de él y Martin con un saco de cobijas sostenido por ambos. Los dos hacen muecas graciosas y el encabezado : "secuestro exitoso".

Refunfuño tomándole una captura de pantalla para enviárselo a Austin y le escribo: "no lo puedes considerar exitoso si sabes que terminaras estéril por esto, castaño de pacotilla".

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