- Sea bienvenida señora Rosalyne. - Se sobresaltaba la nombrada. - Veo que está un poco nerviosa, no debería, si no aprende a controlar sus nervios, podrían... - se giraba mientras terminaba la frase. - jugarle una mala pasada. - Ahora si, aquella visión le traía memorias del pasado. Como no hacerlo, si la persona frente a ella, era la misma a la que mató... no podía ser cierto, estaba viendo un fantasma.
- Tú... -
- Qué le ocurre Rosalyne, ni que hubieras visto un fantasma. - Se levantaba y acercaba lentamente a ella hasta estar justo delante para mirarla de frente. - O quizás si... - Ei sonreía mientras que la rubia no dudó en correr hacia la puerta. Los recuerdos de aquel día le venían a la mente y sabía que aquello no saldría bien.
Al llegar a la puerta corrediza, no podía moverla, estaba cerrada a cal y canto. "Aquella zorra lo había hecho", pensaba. No le quedaban muchas opciones así que sin más se dispuso a disparar a la otra. Sacó la pistola, pero a diferencia de lo planeado, un tiro directo a la mano que el arma es lo que obtuvo, por lo que la misma cayó al suelo.
- Más vale que la sueltes, o podría ocurrir un accidente. - Decía Ei de forma encantadora como si aquello no estuviera pasando, como si todo fuera normal. - Ahora muévete. - con un gesto la instaba a dejar la pistola a un lado e ir hasta el fondo de la sala.
Mientras agarraba su mano la cual sangraba bastante, comenzaba a preguntarse cómo era posible que aquella persona estuviera viva. Era imposible, no era normal, ella misma se aseguró de atravesar su corazón de un tiro, a ella y a la antigua Zarina. En ese preciso momento, comenzaba a recordar aquel fatídico día para algunos, y el comienzo de toda su travesía hasta el momento.
En sus recuerdos se podía ver como aquella persona que en el presente se veía delante de ella y apuntándole con un arma, estaba de visita en otra tierra, una más fria y hermosa gobernada por una bella y estóica mujer la cual era su modelo a seguir. Era como una hermana para muchos y una madre para otros, una un tanto fria pero a la que todos respetaban. No había nadie en sus tierras que no le hubiera jurado lealtad o mostrado su respeto tras una mera charla, todos escepto ella. Esa mujer de cabello oscuro y ojos de color morado, esa mujer tenía un aura similar, es por ello que entre ambas se respetaban aunque no fuera de la misma forma.
Con el paso del tiempo, aquellas visitas se convirtieron en algo más que tan solo cortesía o un simple paso hacia otro lugar, un amor surgía entre ambas mujeres que jamás debió suceder a su parecer. Era inconcebible e imperdonable según Signora. Su majestuosa Zarina había sido engañada y manchada por la extranjera. Y eso, no tenía perdón.
Poco tiempo pasaría hasta que la oportunidad perfecta se presentara y la propia Signora consiguiera poner fin a la vida de ambas mujeres, o eso pensaba, pero a diferencia de lo que creyera, la mujer a la que asesinó fue Makoto y no Ei, pero la rubia nunca tuvo constancia de algo como aquello, y simplemente se regocijó durante muchos años en su supuesta victoria. El único con constancia de todo aquello, fue un pequeño niño que en este momento ya era adulto y tenía ganas de venganza. Scaramouche estaba cerca del lugar, nunca dejaba el regazo de su madre, y en aquel momento afortunadamente se quedó dormido minutos antes, suficiente para no ser asesinado junto con las anteriores, pero no lo suficiente para no estar presente en la escena del crimen. Desde un arbusto observó como su madre se desplomaba tras recibir un tiro de parte de la rubia, y esta simplemente se alejaba de la escena del crimen en la dirección contraria. Aquel niño lloraba en silencio, no era capaz de hablar y mucho menos gritar, cuando lo encontraron, que fueron apenas unos minutos después, seguía temblando y lo llevaron consigo tras observar aquella escena que a todos atormentó de vil manera durante años, y que aún en aquellos momentos entristecía, pero que no olvidarían jamás.
No sería hasta años después que el joven Scaramouche saldría de su miedo y diría algunas palabras, para tiempo más tarde, convertirse en un fatui. Nadie se opondría ya que muchos sabían quién era y la actual Zarina tras una charla accedería, y no era para menos, si lo que tenía era una razón de peso.
A partir de ese momento las ruedas giraron y la historia se fue escribiendo sola, pocas o ninguna palabra se intercambiaban al principio entre el joven y su presa, pero era obvio que en algún momento lo harían, y este fue ganando importancia y poder dentro de la organización, por lo que se encontraron más frecuentemente e incluso colaboraron entre si. Al final, la otra tenía que reconocer que el mocoso era más útil de lo que hubiera imaginado, y que si quería matarla, ya habría intentado algo debido al parecido que tenía con cierta persona. Nunca terminaría de confiar en él obviamente, pero en esta ocasión no tuvo otra opción más que hacerlo y por ello ahora se maldecía y quería matarlo.
Volviendo al presente, Rosalyne obedecía de forma lenta la última orden de la contraria. Y se seguía diciendo a si misma que aquella persona no podía estar viva.
- Me imagino que te preguntarás... cómo es posible que un fantasma esté aquí cobrando venganza, pero... - comenzaba a reír . - esa no es la pregunta que deberías hacerte querida. - Signora por fin paraba mirándola con ira y desprecio. - La pregunta es, ¿ a quién mataste realmente? - Qué estaba queriendo decir. Signora no cometía el error de confundirse al matar a sus víctimas.
- Qué estas... -
- Lo que quiero decir es, que a la que mataste fue a mi hermana gemela. La auténtica Shogun. -
- Ge..me..las- Ahora lo entendía, aunque pensándolo bien tal vez lo debería haber pensado un poco más, sin embargo, era cierto que la situación tampoco ayudaba en esos momentos.
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Fanfic ChongyungXingqiu
FanfictionHistoria de mafia, promesas, separación y reencuentros. Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Hoyoverse.