Capitulo 34 "Verstappen Pérez"

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Sofia


Lunes 11 de agosto

Mónaco

La primera noche con los mellizos fue una locura, nacieron a las 11:30 pesando casi cuatro kilos, durante la noche se levantaban a cada nada y apenas hasta hace unas horas los dos por fin cayeron dormidos.

Max si de por si estaba cansado por la carrera estuvo cargando a nuestra pequeña y los dos se habían quedado dormidos juntos, ella en el pecho de Max y es una escena bastante tierna.

—Buenos días – una enfermera entro a checar nuestro estado – como pasaron la noche.

—Estuvieron despiertos gran parte de la noche.

—Acostúmbrese, por lo general los primeros meses son así, pero va a ver que va a valer cada desvelada, pero bueno la doctora me mando por ellos para hacer una revisión y vacunación, está de acuerdo.

—Claro, solo que no quiero despertarlos, se ven tan tiernos- mire a Max y a la bebe que seguían durmiendo profundamente.

—No se preocupe, ya tienen los nombres o aun no.

—Ya pero aun no los registramos- anoche por fin decidimos sus nombres y los dos habíamos quedado fascinados por la elección.

Otra enfermera llego y desperté a Max para que les diera a la bebe para revisión, se me rompió el alma escuchar su pequeño llanto a la hora de ya no sentir el cuerpo de su padre.

***


Si hace unas horas me entristeció ver llorar a mi niña por la separación de su papá, pues ahora estoy llorando junto a ellos ya que les dolió las inyecciones que le pusieron.

—Amor ellos están bien – Max trato de consolarme.

—Es que pobres, no puedo parar de llorar- me tomo en sus brazos y poco a poco mis lagrimas pararon.

—Buenas tardes señores, tienen visitas los dejamos pasar o quieren esperar un poco. – entro un joven del personal

—Déjelos pasar – Max y yo contestamos al mismo tiempo.

El joven se retiro y es en estos momentos donde agradezco que este sea un hospital privado ya que le cuarto es mucho mas amplio y podemos recibirlos a todos.

La puerta fue abierta dejando ver un gran oso de peluche y varios globos, de tras de los adornos se asomo mi padre quien al instante dejo todo y vino a saludarme.

—Mi princesa, muchas felicidades, donde están mis nietecitos – dejo un corto beso en mi mejilla y realmente mi padre no puede con la emoción de ser abuelo.

—Hay Antonio, hola mi chiquita, como te sientes – mi madre entro detrás de el con una pequeña caja de regalo y me la entrego.

—Y esto que es - tomé la pequeña cajita y de inmediato la abrí.

Eran unos pequeños collares con la imagen de la virgen de Guadalupe y de tras llevaba grabado algo.

—Son para los niños, no sabíamos cuales serian sus nombres así que solo tienen grabados sus apellidos, pero el día que vayan a México si quieres podemos llevarlos a grabar.

—Me encantan – era una pequeña costumbre de mi familia que esto fueran nuestras primeras joyas, Max se acerco a verlas y quedo fascinado de inmediato.

La última carrera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora