💋Capítulo 16. No lo suprimas

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Viktor se convirtió en una pieza fundamental en la vida de Dorian, pero su presencia a veces se veía ensombrecida por recuerdos desconcertantes e inexplicables

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Viktor se convirtió en una pieza fundamental en la vida de Dorian, pero su presencia a veces se veía ensombrecida por recuerdos desconcertantes e inexplicables. Sabía muy bien que, a cierta edad de su existencia, los vampiros comenzaban a recuperar los recuerdos de sus vidas antes de ser transformados. Aunque muchos anhelaban esas memorias en busca de respuestas sobre sí mismos, Viktor las rechazaba con vehemencia, en especial ahora que estaba tan cerca de Dorian y por fin comenzaba a ganarse la confianza del humano hermético y escéptico en cuestiones de amor.

Viktor dejó escapar un suspiro prolongado y deslizó una mano por su cabello, peinándolo hacia atrás mientras se recostaba en la cama de su habitación en el Hotel Incógnito. Tanto él como Carmilla habían sido invitados por Elay a su «fogata anual», una reunión íntima que solían celebrar en la playa a mediados de invierno. Después de regresar al hotel e informar a su amiga, ella le pidió unos minutos para prepararse. Sin embargo, como era típico de la vampira, se demoraba más de lo necesario, y Viktor comenzaba a impacientarse.

Consultó el reloj de pared y frunció el ceño al ver la hora. No quería perder más tiempo en la inacción y en los remordimientos que lo asaltaban sin cesar. Cada vez que intentaba despejar su mente, las imágenes de su pasado lo atormentaban: él devorando a un humano con ferocidad descontrolada, la sangre manchando su rostro, el peso abrumador de la culpa por haber arrebatado una vida con sus propias manos.

Decidido a cambiar el rumbo de sus pensamientos, se levantó de la cama y cerró los ojos un momento para intentar clarificar su mente. Luego, salió de su habitación y se encaminó hacia la de Carmilla, que estaba a la derecha.

—¡Carmilla! —exclamó, golpeando la puerta con los nudillos—. ¡Por el Padre Común, no necesitas tanto tiempo para prepararte! —Al no obtener respuesta, Viktor maldijo entre dientes y abrió sin esperar permiso—. Carmilla, en serio...

Pero las palabras se quedaron atoradas en su garganta cuando presenció a su amiga en el centro de la habitación, con los colmillos hundidos en el cuello de una joven humana que parecía hipnotizada por el extravío en sus ojos.

Al apartar su boca de la humana, Carmilla clavó su mirada en Viktor, sus iris teñidos de un guinda más intenso de lo habitual, mientras la sangre le goteaba por el mentón.

—¡Hola, Vicky! —saludó con una sonrisa amplia, mostrando sus afilados colmillos—. ¿Quieres un poco?

Viktor retrocedió un paso, casi tropezando con sus propios pies. Las imágenes de él devorando a un humano, acabando con su vida, inundaron su mente, acompañadas por una asfixiante sensación de culpa.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, atónito.

—¿No es obvio? —Lamió la sangre de sus labios—. Preparándome para la fogata.

—¡¿Alimentándote directamente de una humana?! —exclamó Viktor, incrédulo.

Carmilla frunció el ceño.

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