💋Capítulo 8. No lo recuerdes

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—¿Cómo sabemos que no intentará matarnos mientras dormimos? —indagó Roderick—

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—¿Cómo sabemos que no intentará matarnos mientras dormimos? —indagó Roderick—. Porque en mi lista de formas de morir, desangrado no entra en el top diez.

Viktor pasó la noche en el apartamento de Dorian. Pero al amanecer, cuando Roderick lo descubrió, las preguntas comenzaron a llover. Dorian lo instó a ser honesto con sus amigos, a lo que él respondió con indiferencia: «No veo el problema». De cualquier forma, una vez que todo terminara, podrían usar Ignorancia en ellos y todo volvería a la normalidad. Era un plan seguro, como le gustaba pensar al vampiro.

—Créeme, nunca te mordería a ti —aseguró Viktor con fastidio, apoyando un codo en la barra de la cocina.

Llevaba casi dos horas sentado en un incómodo banco y contestando todas las preguntas del amigo de Dorian. Eran cuestionamientos que ni siquiera Dorian, quien estaba directamente involucrado, le había hecho. Se sentía como una rata de laboratorio, sometido a un escrutinio constante.

—¿Y a quién sí morderías? —cuestionó el pelirrojo.

Viktor lanzó una mirada de reojo a Dorian, quien estaba distraído conversando con su amiga que llegó corriendo al enterarse de la presencia del vampiro en el apartamento. Su nombre completo era Ellie May, pero detestaba ese nombre, así que todos la llamaban Elay.

—A un azabache de ojos dorados —respondió con sinceridad, a sabiendas que el humano nunca entendería del todo.

Tal y como supuso, Roderick frunció el ceño.

—Sabes que los humanos con ojos dorados no existen, ¿verdad? —comentó con escepticismo.

Viktor solo pudo resignarse con un suspiro.

Mientras tanto, Dorian lo vigilaba con discreción. No confiaba por completo en Viktor, y aunque nunca lo reconocería en voz alta debido a lo absurdo que sonaría, temía que existiera una faceta salvaje del vampiro, ahora bajo su techo, que pudiera atacarlos en cualquier momento. Sabía que tres humanos juntos no serían capaces de enfrentarse a un monstruo con las habilidades de Viktor.

—Deja de mirarlo como si fuera a saltar sobre Rod —susurró Elay, como si estuviera leyendo sus pensamientos—. Y si lo hace, estaremos agradecidos de que sea él y no nosotros.

Dorian no pudo contener la risa que se escapó entre sus labios y luego negó con la cabeza, incrédulo y algo consternado también.

—No puedo creer que esto esté pasando —expresó—. Un vampiro y monstruos. Parece sacado de una película de serie B.

Elay colocó una mano en su cintura y observó a Viktor.

—No voy a mentirte, nadie te creería si dijeras que hay un vampiro viviendo en tu apartamento.

—Ni mucho menos que unos monstruos devoradores de humanos me están cazando.

—¿Sabes qué sí puedo creer? —Se giró hacia él, continuando tras recibir una mirada inquisitiva de Dorian—. Que Carmilla también sea una vampira.

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