¿Cómo puede un vampiro enamorar a un humano que no cree en el amor en tan solo veinticinco días?
Los vampiros son monstruos condenados, y la única manera de conservar su humanidad y no convertirse en bestias sanguinarias es a través del amor.
Viktor...
Antes de empezar, me gustaría comentar un par de detalles importantes: 1. Este extra es un universo alterno (AU). ¿A qué me refiero con esto? Me refiero a que es una especie de «¿qué pasaría sí...?» en donde el canon cambia para abrir paso a otras alternativas en la trama. En este caso, estoy invirtiendo los roles de Viktor y Dorian, convirtiendo a Viktor en el humano y a Dorian en el vampiro. No se preocupen, fuera de eso, sus personalidades siguen siendo las mismas. 2. Este extra, por obvias razones, NO ES CANON. 3. Este extra, como se darán cuenta cuando lean los primeros párrafos, es la adaptación de los primero tres capítulos de Vampire Kiss a este universo alterno. No obstante, no es idéntico a los originales, pues sería aburrido leer lo mismo pero con nombres invertidos. Tiene bastantes cambios interesantes... (hablaré más de ello al final del capítulo 👀).
Aclarado esto, ¡disfruten la lectura!
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Dorian Welsh acababa de devorar a un humano.
No era algo malo; al contrario, era una necesidad imperiosa para evitar que una verdadera tragedia ocurriera. Era parte de su naturaleza, la de un vampiro.
Los vampiros, seres chupasangre, criaturas de la noche que se camuflan entre los mortales y se aprovechan de su debilidad, eran muy reales. No eran meros cuentos, ni mitos, ni mucho menos leyendas; sin embargo, los humanos estaban demasiado ciegos para ver la verdad que los rodeaba.
Dorian se encontraba en un callejón con su presa, un joven que había sorprendido desprevenido en la calle. Lo hipnotizó, lo atrajo a un lugar apartado y lo mordió para deleitarse con el manjar de su sangre fresca. No obstante, eso solo era un aperitivo; el banquete aún lo estaba buscando, pues todavía no había encontrado al mortal que marcaría como su verdadera presa.
—Vete ya —ordenó al humano del que acababa de beber. Había sanado la herida en su brazo con un poco de su saliva, por lo que no quedaba rastro visible del acto más allá de la palidez preocupante de su piel y la forma en que se tambaleaba debido a la pérdida de sangre.
Observó al mortal salir del callejón, con poco o ningún rastro de arrepentimiento. Los vampiros no podían permitirse el lujo de la culpa, aunque algunos, como él, optaban por contenerse para no actuar como bestias salvajes. Para Dorian Welsh, el acto de beber sangre, aunque invasivo y algo repulsivo para los estándares humanos, no le molestaba tanto como el otro aspecto de su vida semi-inmortal: el precio de alimentarse de amor.
Dorian no creía en el amor; le resultaba un concepto abstracto y doloroso. Había sido traicionado en el pasado, utilizado, y la mera idea de repetir ese sufrimiento le causaba tanta aversión como consumir comida humana. Desafortunadamente, enamorar a mortales no era opcional, a menos que tuviera un deseo suicida. Se conformaba con pequeños amores que lo mantenían fuera de peligro, aunque siempre en una posición riesgosa.