💋Capítulo 24. No le hagas la pregunta

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Dorian y su banda se encontraban en pleno ensayo para lo que ellos denominaban «el gran concierto», una oportunidad única para presentarse frente a un cazatalentos musical que podría abrirles las puertas al mundo de la música

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Dorian y su banda se encontraban en pleno ensayo para lo que ellos denominaban «el gran concierto», una oportunidad única para presentarse frente a un cazatalentos musical que podría abrirles las puertas al mundo de la música. Viktor estaba convencido de que dejarían una impresión imborrable con su talento, pero aún así cruzaba los dedos, cómo solían decir los humanos.

Escuchaba a Dorian cantar con una devoción palpable. La manera en que se adentraba a su zona y entonaba casi sin esfuerzo alguno lo llenaba de una sensación de vitalidad que pocas veces había experimentado antes. Sus ojos, verdes de nacimiento, adquirían un matiz áureo que revelaba su singularidad, una anomalía de la naturaleza que lo convertía en alguien indudablemente extraordinario.

«Y es todo mío», pensó Viktor, con una sonrisa de satisfacción iluminando su rostro.

Cuando terminaron de tocar, Viktor, como único espectador presente, aplaudió con calma. Se encontraban en la casa de Elay, quien disponía de un garaje desocupado para ensayar. Viktor tuvo que pagar una cantidad ofensiva de dinero para obtener el permiso de ingresar a su hogar, pero admiraba la astucia de Elay para sacar provecho de la situación.

—Entonces seremos Vampire Kiss —declaró Elay, señalando el logo de letras rosadas pegado en la batería de Roderick—. Me encanta, tiene un toque adorable y gótico a la vez. Es como si le hubiéramos puesto delineador negro a Hello Kitty.

Dorian la miró con extrañeza, mientras bebía agua de una botella de plástico.

—¿De dónde se te ocurren esas cosas? —preguntó.

—¿Celoso de mi creatividad?

Dorian rodó los ojos y dejó escapar una leve risa.

—Claro, si creer eso te hace feliz, adelante.

Roderick, quien acababa de terminar una llamada, se acercó con premura a sus amigos agitando el teléfono sobre su cabeza.

—¡Emma está aquí! —anunció mientras se dirigía al interior de la casa de Elay para recibirla.

Elay suspiró y le pasó su guitarra a Dorian.

—Voy a asegurarme de que no abrume a nuestra nueva integrante, ya sabes cómo se emociona con estas cosas —avisó, antes de seguir a Roderick.

Viktor se aproximó a Dorian, quien sujetaba la guitarra de su amiga con cuidado, buscando un lugar donde colocarla mientras ella regresaba.

—¿Tu padre le dio permiso para participar? —indagó.

—No diría que le dio permiso tal cual —respondió Dorian—, pero necesitamos que empiece a practicar de una vez si queremos ofrecer un buen espectáculo.

Viktor sonrió con una expresión socarrona y cruzó los brazos sobre el pecho.

—Desobedeciendo a tu padre, ¿eh? —provocó y agitó una mano—. Sea como sea, no comprendo la excesiva emoción del pelirrojo.

Vampire KissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora