💋Capítulo 18. No lo protejas

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La gente huía en pánico ante la presencia del Nosferatu, un monstruo aterrador que se acercaba con lentitud, olfateando el aire en busca de su presa

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La gente huía en pánico ante la presencia del Nosferatu, un monstruo aterrador que se acercaba con lentitud, olfateando el aire en busca de su presa. Dorian sabía que él era el objetivo, lo presentía como un escalofrío azotando sus huesos.

Mientras tanto, Emma, presa del terror, estalló en gritos. Su hermano mayor, con determinación, se aferró a sus hombros y la obligó a verlo a los ojos.

—¡Emma, cálmate! —ordenó con firmeza.

—¡¿Qué demonios es eso?! —exclamó, temblando de pies a cabeza—. ¡¿Y qué es ese sonido?!

Dorian se apresuró a cubrir los oídos de su hermana, indicando al vampiro que aumentara el volumen de la música. Fue demasiado anticlimático; una situación tensa acompañada de una canción pop del momento.

—¡¿Por qué subió el volumen?! —cuestionó Emma—. ¡Bájale!

—¡Esa criatura es un Nosferatu, no debes escuchar sus lloriqueos o quedarás hipnotizada por él! —explicó Dorian, elevando la voz sobre la música.

—¡¿Un qué?!

El Nosferatu sollozó una vez más y Emma gritó en respuesta. Dorian rodeó la cabeza de ella y se giró hacia Viktor.

—Tenemos que salir del auto —indicó, recibiendo un asentimiento del vampiro.

Dorian miró a su hermana y, asegurándose de que los perturbadores sonidos de la criatura habían cesado, la soltó.

—Escúchame, te lo explicaré todo, pero primero necesitamos salir de aquí —dijo, estirándose para desabrochar su cinturón—. ¡Ahora mismo!

Emma, con las manos temblorosas, abrió la puerta y rompió en llanto al ver al monstruo aproximándose. Se movía con parsimonia mientras acechaba a su presa, provocando terror y estimulando la urgencia de escapar, pues disfrutaba tanto de la emoción de la caza como del acto de devorar.

Dorian se aferró a la mano de su hermana para evitar que escapara y perdiera la cordura, tal y como el monstruo quería. Podía percibir su deseo de huir, comprensible dado el peligro, pero si ella corría, el Nosferatu podría detectar el aroma de él en ella y perseguirla. Era demasiado arriesgado.

«Mierda», pensó.

—No te muevas —ordenó.

—¡¿Estás loco?! ¡Debemos irnos o esa cosa nos matará! —exclamó ella desesperada. A simple vista, el Nosferatu era una imagen sacada de las peores pesadillas: sangre goteando de sus fauces, ojos carmesí, cuerpo alargado y pálido. Parecía algo fuera de este mundo. Era algo fuera de este mundo.

Dorian ignoró a su hermana y dirigió la mirada hacia Viktor, quien estaba a unos metros de distancia rebuscando algo en su bolsillo.

—¡Viktor! —llamó.

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