💋Capítulo 30. No te tardes

14.3K 2.1K 377
                                    

Viktor hizo una promesa consigo mismo cuando se convirtió en un vampiro sin memorias

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Viktor hizo una promesa consigo mismo cuando se convirtió en un vampiro sin memorias. Su primer recuerdo era estar tendido en la tierra, contemplando el estrellado firmamento nocturno que iluminaba una preciosa campiña. El juramento fue ese: todas las noches, sin falta, contemplaría aquellos astros. No importaba su ubicación o situación, se detendría un momento para apreciar el pasado que se desplegaba sobre él. Después de todo, las estrellas eran como él, parecían eternas, pero en realidad llevaban mucho tiempo muertas.

Así que ahí estaba, cumpliendo su palabra, tumbado de espaldas en el tejado del Hotel Incógnito, apenas logrando distinguir los puntos brillantes en el cielo debido a la contaminación de la ciudad. Al menos, a esa altura, no podía escuchar el ruido de los coches, solo el viento soplando y los murmullos lejanos de las criaturas sobrenaturales en las habitaciones de abajo. Le quedaban dos días de esto y quería absorberlo todo.

Exhaló, soltando una nube de aire condensado de color escarlata debido a la sangre que consumía en grandes cantidades. Cerró los ojos por un instante y reflexionó sobre lo pacífico que era ese momento. Luego, los abrió de nuevo y giró la cabeza, imaginando a Dorian acostado a su lado, señalando las constelaciones en el firmamento.

—Sé reconocer la Osa Mayor y Menor, nada más —mencionó, arrancándole una carcajada al vampiro—. Puedes preguntarme cualquier cosa sobre música, pero nada de astronomía.

—Podría enseñarte —ofreció Viktor—, aunque temo que me llevará bastante tiempo.

Dorian esbozó una suave sonrisa, mientras en sus ojos verdes comenzaba a percibirse un ligero tono áureo. Viktor sintió cómo sus dedos rozaban los suyos hasta entrelazarse, un contacto cálido y familiar.

—No me importaría que te quedaras mucho tiempo —añadió Dorian.

Viktor estaba a punto de extender su brazo y acariciar su mejilla, pero la fantasía se desvaneció cuando alguien golpeó la puerta del tejado. Después de todo, solo era una visión cruel y frágil, una experiencia que ni siquiera debería permitirse.

—¿Qué quieres, Carmilla? —preguntó con fastidio, reconociendo el distintivo perfume de su mejor amiga.

Escuchó sus pisadas acercándose hasta detenerse a su lado.

—Este viernes iremos a la tocada de Dorian —avisó—. No es negociable.

—No tengo intención de ir.

—¿Acaso recuperar tus memorias te ha dejado sordo? Dije que no es negociable, Viktor.

Viktor se sentó y contempló el rostro de su mejor amiga. Se sentía culpable por causarle sufrimiento con lo que ella denominaba sus «caprichos». La única consolación que le quedaba, era saber que dentro de muy poco tiempo ya no estaría para molestarla más.

—No iré —repitió—. No puedo.

Carmilla se arrodilló a su lado.

—Sí puedes —afirmó—, pero no quieres, o más bien, no te atreves. —Colocó una mano sobre su hombro y le dio un apretón—. Entiendo lo que sientes, Viktor. Sé que estás afligido por lo que ocurrió en tu pasado, pero no puedes castigarte de esta manera. Lo que estás haciendo es un acto de cobardía.

Vampire KissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora