💋Capítulo 28. No te rindas

14K 2.1K 365
                                    

Viktor ya no sentía el peso del movimiento de las manecillas del reloj

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Viktor ya no sentía el peso del movimiento de las manecillas del reloj. Para él, los días carecían de valor, las horas perdían importancia y los minutos dejaban de ser urgentes. Como vampiro semi-inmortal, su única preocupación solía ser saciar su sed de sangre y buscar presas humanas para alimentarse de su amor, pero eso último ya no le atormentaba. Desde que renunció a Dorian y a todo lo demás, el tiempo que le quedaba era escaso, pero estaba decidido a disfrutarlo como el monstruo que era, dejando atrás la fracción humana que fingía poseer.

Con esta idea clara, Viktor escupió la sangre en su boca al suelo con desdén. Como cada día a las dos de la mañana, el momento exacto en que había marcado a Dorian, los colmillos le dolían con intensidad, expulsando una abundante cantidad de sangre que se derramaba formando un número. Ese día, la sangre dibujó un cinco, una «V» imperfecta.

—V de Viktor —susurró, mostrando una sonrisa torcida mientras continuaba su camino, ignorando el escaso tiempo que le quedaba antes de su transformación completa en Nosferatu—. Lindo detalle, madre naturaleza.

Viktor se dirigió hacia el corazón de Core, un sitio en donde numerosos humanos embriagados y drogados se congregaban, dejando sus defensas bajas y sus vidas sumidas en el caos. Estos eran su blanco más sencillo cuando buscaba alimento sin querer invertir demasiado esfuerzo.

Al llegar a uno de los clubes nocturnos más populares, su atención se posó en un grupo de jóvenes universitarios. Contó tres chicos y dos chicas, pero una en particular capturó su interés: su piel era de un pálido inusual, su cabello azabache, y sus ojos, un verde profundo.

«Otra vez, tras la sombra de Dorian», se reprendió a sí mismo. Forzando su atención hacia otro chico del grupo, un castaño de ojos marrones cuyo atractivo no era tan destacable, pero su apariencia era menos parecida a lo que ansiaba olvidar.

—Me basta —murmuró, avanzando hacia el grupo de humanos—. ¿Les importa si me uno?

Los cinco lo observaron, en sus rostros una mezcla de sorpresa y miedo, quizás por las manchas de sangre en su camiseta. Uno de ellos parecía listo para encararlo, pero Viktor les dirigió una mirada penetrante y, sacando ventaja de las grandes cantidades de sangre en su organismo, los sometió a su voluntad con facilidad.

—Síganme y guarden silencio —ordenó.

El grupo lo siguió sin cuestionar, y lo que Viktor había anticipado como un rápido tentempié con el chico castaño, de pronto se transformó en una opulenta cena de cinco platos. Los guió a un oscuro callejón, dispersó a unos vándalos que se ocultaban allí con un gesto despectivo y se entregó a su apetito insaciable.

Comenzó con el castaño, su objetivo inicial. Succionó la sangre de su muñeca con avidez, saboreándola hasta dejarlo casi drenado. Lo acostó con suavidad en el suelo, desmayado, antes de volverse hacia los demás. Mordió sus cuellos y muñecas, y una vez saciado, se tomó el cuidado de sanar las heridas abiertas para no dejar evidencia de su festín.

Vampire KissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora