—Perdiste la cabeza —declaró Dorian con convicción—. Si es que alguna vez la tuviste.
—No deberías descartar la posibilidad tan a la ligera, Dori —contrarrestó Viktor.
—Morgan no es un vampiro.
Dorian ocupó un lugar en la barra de la diminuta cocina de su apartamento mientras Viktor le servía una taza de café negro, que desprendía un cálido vapor. Resultaba que el vampiro tenía un talento natural para la cocina, algo que Dorian no rechazaba, en especial porque por algún motivo siempre se encontraba corriendo de un lugar a otro, atrapado en un perpetuo estado de malos hábitos que lo llevaban a descuidar de sí mismo.
—¿De casualidad Morgan mostró alguna vez indicios de ser un monstruo chupasangre? —indagó Viktor, apoyándose en la barra.
Dorian no pudo evitar bufar ante la mera sugerencia.
—Imposible —afirmó, rodeando la taza con sus manos—. Camina bajo el sol sin problema alguno y jamás lo he visto consumir ni la más mínima gota de sangre.
—Quizás haya recurrido a una de esas peligrosas pociones que permiten caminar a plena luz del día, y sea muy cuidadoso, tanto que sus hábitos alimenticios pasaron desapercibidos para ti —planteó Viktor, dejando volar su imaginación.
Dorian detuvo la taza de café a meros centímetros de sus labios, girando hacia Viktor con una mirada de completa incredulidad.
—¿En base a qué estás formulando esta ridícula teoría? —cuestionó—. ¿Solo porque crees haber visto su auto cerca del lugar del ataque del Nosferatu?
—Precisamente —confirmó Viktor, sin titubear.
—¿Y qué más?
—Me desagrada —confesó con un tono de voz que delataba su disgusto.
Dorian reposó la taza sobre la barra, dejando escapar una sonrisa burlona ante la confesión.
—¿Estás celoso?
La insinuación pareció golpear a Viktor más fuerte de lo esperado. Se erguió, llevando una mano al pecho en un exagerado gesto dramático.
—¿Celoso? —repitió, ofendido—. ¿Por qué habría de estar celoso de alguien tan insípido?
—No tengo idea, pero parece que estás dispuesto a agarrarte de cualquier pretexto para pintarlo como un imbécil o, peor aún, como un villano barato —razonó Dorian—. Pero créeme, Viktor, Morgan no es un vampiro. Es una locura.
—Eso ya lo veremos.
Dorian negó con la cabeza ante las extravagantes ideas de Viktor, bebiendo un sorbo del café. Sin embargo, la momentánea sensación de júbilo se desvaneció al recordar el anuncio que Patrick les había hecho el día anterior. Era una noticia increíble: su banda tendría la oportunidad de tocar frente a un cazador de talentos musicales. Aunque las posibilidades de que esto se tradujera en algo concreto eran mínimas, como encontrar una aguja en un pajar, estaban decididos a dar el mejor espectáculo de sus vidas.
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Vampire Kiss
Vampiro¿Cómo puede un vampiro enamorar a un humano que no cree en el amor en tan solo veinticinco días? Los vampiros son monstruos condenados, y la única manera de conservar su humanidad y no convertirse en bestias sanguinarias es a través del amor. Viktor...