💋Capítulo 3. No lo beses

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La cerveza sabía a mierda

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La cerveza sabía a mierda.

En realidad, todo sabía mal en los últimos días, en las semanas, si no subestimaba el implacable movimiento de las manecillas. Dorian se encontraba en un estado constante de agotamiento e irritabilidad. Sin embargo, seguía albergando una multitud de objetivos en su mente, sueños que en su posición sonaban disparatados, pero a los oídos de otros como grandes ambiciones.

Tenía dos empleos diferentes: uno por las mañanas en una tienda de antigüedades y otro por las noches en Plague, donde limpiaba y en ocasiones cantaba por un bajo salario. Pasar el día entero trabajando no era nada placentero; lo agotaba y a menudo sentía la tentación de abandonarlo todo y regresar a casa para ser consumido por el tiempo. No obstante, Dorian se negaba a rendirse. Su determinación para huir de la monotonía de Core y su vida rutinaria era más fuerte que su cansancio.

Perseguía tres metas claras: alcanzar la fama en el mundo de la música, asegurar el sustento de su familia e irse de la ciudad.

Pero eso solo podría lograrlo entregándose por completo cada día, hallando consuelo en el hecho de que cada segundo lo acercaba más a su meta.

«Pierdes un compás, pierdes el ritmo», se repetía a sí mismo como un mantra.

El problema es que todo esto comenzaba a cobrar su precio, como quedó evidenciado en su súbita explosión esta noche. Primero, presenció a su hermana menor coqueteando con un hombre mayor, quien no solo era pariente de Carmilla, alguien que nunca le había agradado por su evidente hipocresía, sino que además era un petulante. Por supuesto, la bomba estalló en cuanto tuvo la oportunidad, y Emma fue quien recibió la onda de choque.

Esta no era su noche, de hecho, ninguna lo había sido en mucho tiempo.

Solía hallar un mínimo refugio en la música, pero incluso eso fue arruinado por el primo de Carmilla, cuyo nombre ni siquiera se tomó la molestia de recordar. Le confesó que no creía en el amor y se arrepintió casi al instante. ¿Por qué diablos lo había hecho?

Por un momento, al encontrarse frente al chico rubio, se sintió cautivado y las palabras fluyeron sin control. El primo de Carmilla y ella misma eran como imanes para las miradas, era imposible apartar los ojos de ellos. Con sus pieles tan pálidas y tersas como porcelana, sus iris oscuros que contenían un vacío inexorable, y sus rostros simétricos y estéticos; resultaban irresistibles, atractivos sin proponérselo.

Desde la perspectiva de Dorian, también eran un par de bichos raros; Carmilla, una farsante con un tono anticuado y pomposo que evocaba a la mismísima reina Victoria, y en cuanto al otro chico, había mucho y nada que decir: arrogante, presuntuoso, con fama de mujeriego y un sutil acento que pronunciaba las «R» de manera exagerada.

Los percibía como más extraños a su lista. No era alguien que se sintiera a gusto con rarezas; de hecho, prefería alejarse de ellas en busca de la más mundana normalidad.

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