Capitulo 5. El fantasma de la navidad pasada

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—¿Ben? —pregunto mientras abría la puerta.

Si embargo, al entrar al lugar, se encontró con el hombre que estaba buscando, pero con el ceño fruncido y un semblante de molestia en su rostro.

Si embargo, al entrar al lugar, se encontró con el hombre que estaba buscando, pero con el ceño fruncido y un semblante de molestia en su rostro

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—¿Estas bien? Digo, si te interrumpo puedes decirme...— comenzó a disculparse.

—Para nada, Nora. No estoy así por ti, de hecho tu eres la que menos tienes la culpa.

—¿Ah, sí? ¿Y lo que te pasa es grave? Es decir, si gustas puedo escucharte— se ofreció, pero él se negó mientras reía.

—¿Sabes? Creo que mi consejo sigue en pie; deja de ser tan amable, la gente puede aprovecharse de ello —pero al ver que la sonrisa en el rostro de la pelinegra se desvanecía decidió agregar — pero ¿no seria ya muy mala la oficina con dos así?

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—¿Sabes? Creo que mi consejo sigue en pie; deja de ser tan amable, la gente puede aprovecharse de ello —pero al ver que la sonrisa en el rostro de la pelinegra se desvanecía decidió agregar — pero ¿no seria ya muy mala la oficina con dos así?

—Yo creo que también eres muy amable, aunque no lo creas. Siempre me tratas bien y te preocupas... por mi— respondió con vergüenza la ultima parte , y Ben no pudo evitar recordar lo patán que había sido los primeros meses de Nora en la empresa. Definitivamente tenia un muy buen corazón para no guardarle rencor.

—Gracias por el ánimo. Pero es que tu te portas muy bien, eres muy buena chica. ¿Sabias? —confeso sin darle mucha importancia, pero para la pelinegra aquel halago hizo que su corazón latiera como loco — pero bueno, ¿para qué me buscabas?

 ¿Sabias? —confeso sin darle mucha importancia, pero para la pelinegra aquel halago hizo que su corazón latiera como loco — pero bueno, ¿para qué me buscabas?

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La debilidad del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora