Capítulo 22. ¿Cómo lo sabré si te dejo ir?

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No, no podía desparecer asi de fácil.

En contra de toda lógica, Ben salió de la farmacia apenas pudo reaccionar; con el corazón latiéndole como un loco, y la respiración agitada, el castaño comenzó a correr tras ella.

Era ella, Nora.

Pero lucia tan débil... tan frágil.

¿Qué había sucedido en el tiempo que no se vieron?

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¿Qué había sucedido en el tiempo que no se vieron?

A pesar de que sabia que debía odiarla por todo lo que le hizo, al encontrarse con aquellos hermosos ojos de nuevo, sintió por primera vez desde hace seis meses como si pudiera respirar al fin; había estado viviendo en un lugar oscuro que lo asfixiaba todo este tiempo, y no fue hasta que volvió a encontrarse con Nora que todo aquel dolor se disipo.

Pensó que si algún día se volviera a encontrar con ella, seguramente la maldeciría y odiaría... pero lo único que podía sentir por ella en ese momento era amor.

Estuvo corriendo y buscándola por casi unos veinte minutos, hasta que por fin la encontró; estaba a punto de entrar a lo que parecía un conjunto de departamentos.

—Nora— dijo tomándola de la muñeca antes de que pasara por el umbral de la puerta.




















¿Cómo demonios es que Ben estaba en Ginebra?

Aquello no tenía sentido.

Estaba segura de que aquella vez que renuncio en la oficina, seria la ultima vez que se verían... por su bien debía ser asi.

Afortunadamente, y a pesar de la impresión por encontrase con él en aquella farmacia, pudo reaccionar rápidamente y salió del lugar; Ben no podía saber de ella, y menos en esas circunstancias.

Por eso mismo, con el corazón latiéndole con fuerza y bastante exhausta, pudo llegar al fin al lugar donde se estaba quedando.

"Demonios", maldijo al recordar que había olvidado sus medicamentos en la farmacia.

Bueno, no se podía hacer nada. Iría temprano por la mañana a otra farmacia para comprar las medicinas de nuevo; eran bastante costosas, pero era preferible hacer el gasto de nuevo a encontrarse con él.

Abrió la puerta del edificio, y cuando estuvo a punto de entrar sintió que alguien la tomo por la muñeca:

—Nora— dijo la única voz que no deseaba escuchar en ese momento.

Su corazón le dio un vuelco, e intento zafarse del agarre. Sin embargo, Ben era mucho más fuerte y no pudo hacer nada; al contrario, este la tomo con fuerza y la hizo darse la vuelta.

—¿Qué... que haces aquí? — pregunto confundido, y tras darle un vistazo a su apariencia inquirió —¿Qué te paso?

—Nada... estoy aquí de vacaciones... solo déjame ir— le pidió, pero el castaño seguía apretando su muñeca.

La debilidad del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora