Capítulo 12. ¿Y si te pido que dejes todo?

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—¿Y quién ira? — pregunto Genna mientras pasaba la pagina del libro que estaba leyendo.

Ben, que en ese momento se encontraba dándole el toque final a su cabello, sintió un estremecimiento repentino.

—Mmm... pues los chicos de la oficina, ya sabes; Abraham, Danny, Gabriel...

—Nora...

Al escuchar aquel nombre, el castaño tuvo que aclararse la garganta para proseguir:

—Si, Nora... Mario, el chico nuevo, Joe... en fin, creo que conoces a la mayoría.

—Ya veo —dijo la rubia cerrando su libro y poniéndolo sobre su buro. Después, se levantó y camino hacia su novio.

—Espero te diviertas, y no te pongas borracho, ¿de acuerdo? —le pidió, a lo que Ben respondió abrazándola.

—Por supuesto. Ya te dije que lo del otro día solo fue algo excepcional. Regresare por mi propia cuenta —le prometió, para después sellar el trato con un beso.

















¿Por qué había mencionado a Nora?

Aún no comprendía porque Genna se mostro interesada en su analista de IA, puesto que él nunca la mencionaba en una conversación y solo se habían visto dos veces. ¿Seria porque era la única mujer de su equipo?

Como fuera, se sentía aliviado en el fondo de no haberle contado sobre los problemas que había tenido con Nora semanas atrás, y que involucraban sus sentimientos por él. Parecía que su novia tenia más en cuenta a la pelinegra de lo que él había pensado.

Además, y después de todo, no tenia porque preocuparse. ¿Verdad?

Nora ya no parecía tener sentimientos por él, ¿cierto?

Por alguna razón, aquel pensamiento lo hizo sentirse confundido, siendo presa de la culpa y la preocupación. ¿Se sentía feliz de que Nora estuviera más animada los últimos días?

Ciertamente no.

Y eso es lo que lo hacia un canalla; deseaba con todas sus fuerzas que ya no se sintiera triste por él, y que sonriera con aquel brillo en los ojos como lo hacía antes. Pero también le hervía la sangre cuando se daba cuenta que la razón era Giuseppe.

¿Qué tenia de malo ese chico?

Nada particularmente. Pero aún así, las ganas de despedirlo y sacarlo de la vida de Nora lo abordaban frecuentemente.

¿Y si ya no sentía nada por él, porque se estaba enamorando del recién llegado?

Era una posibilidad muy probable... pero tan solo imaginarlo lo enloquecía.

Recargo su mejilla sobre su puño cerrado, mientras un suspiro escapaba de su pecho.

Recargo su mejilla sobre su puño cerrado, mientras un suspiro escapaba de su pecho

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La debilidad del jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora