Había estado preparada para todo, menos para lo que hizo Ben.
—Si, se te olvido esto.
Antes de que pudiera reaccionar, su jefe ya la había tomado con una mano por la cintura, y con otra por la espalda. Todo esto al mismo tiempo que la estrechaba contra sí, y abría su boca con el uso de los labios.
Al principio, sorprendida por tal reacción, intento resistirse y alejarse de él. Pero su jefe resultaba medir al menos treinta centímetros más que ella y también otros treinta kilos sobre su propio peso, que sin duda gran parte de estos eran solo musculo.
Estaba claro que resistirse ante su voluntad era imposible.
Sin embargo, aún fuera asi y tuviera la batalla perdida, Nora se habría intentado detenerlo sin dudarlo... pero no lo hizo.
Apenas un par de segundos después no pudo evitar sentirse embriagada por los labios de su jefe; este la exploraba con su lengua de manera desesperada, mientras la acariciaba con las manos en un intento, más que de poseerla, de convencerla.
No decía ninguna palabra, pero su urgencia por ella estaba implícita en aquel beso.
La necesitaba con él, deseaba que lo aceptara.
Nora dejo salir un gemido, pero Ben no paro su objetivo, y siguió besándola en un intento por que ella le correspondiera.
Y pareció ser que aquel trabajo duro tuvo su recompensa, porque tras intentar recurrir a todos sus recuerdos y razones para odiarlo... finalmente se dejo perder en aquellos tiernos labios; abrió los suyos propios, y rodeándolo con los brazos lo tomo de la cabeza con las manos.
Sus lenguas se acariciaron con desesperación, a la vez que sus alientos comenzaban a convertirse en uno solo.
Nora había pensado que la forma en que Joe la besaba era muy buena... pero Ben estaba a otro nivel.
Este llegaba a cada rincón de su boca, a la vez que le provocaba sensaciones que la pelinegra nunca pensó experimentar; con sus grandes manos la sujetaba con firmeza, y con la lengua la saboreaba de una manera exquisita.
La joven estuvo a punto de mandar todo al demonio e invitarlo a su habitación, cuando el recuerdo de él aceptando la propuesta de matrimonio de Genna la trajo a la realidad.
—¡Aléjate! — grito apartando su cabeza con las manos y aprovechando su desconcierto para dar un par de pasos hacia atrás.
—Espera... Nora...—dijo él intentando volver a tocarla, pero la pelinegra lo detuvo.
—¿¡Que diablos te pasa!?— le reprocho, evidentemente molesta y confundida — Por favor... ¡Estas comprometido! ¿Por qué hiciste esto?
—Yo... ya no puedo— respondió con los ojos vidriosos, y los labios temblándole por los nervios. La joven estaba a punto de contestar, pero lo siguiente que Ben dijo la dejo sin palabras—: te amo.
Al escuchar aquello, tuvo que esperar unos segundos para entender que aquello era real y no se trataba de uno de esos malditos sueños con los que su subconsciente se divertía torturándola.
—Te amo... ¡Te amo Nora! Y no puedo esperar para estar contigo... he estado haciendo las cosas mal, tanto... tanto tiempo... pero ahora comprendo que tú eres con quien quiero pasar el resto de mi vida... solo a tu lado.
—¿Y crees que es tan fácil como decir eso?
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La debilidad del jefe
RomansaBenjamin Hansen es el jefe de las pesadillas de todos sus empleados... de todos menos de la analista de IA, Nora Cortez. Mientras para los demás no tiene más que gritos y ordenes, a ella le regalaría incluso el cielo si pudiera; perdidamente enamora...